En el mes de noviembre de 1919 me puse en contacto con Alice A. Bailey, y le pedí que escribiera y publicara algunos libros que debían aparecer, con el fin de impartir la verdad en forma correlativa. Rehusó de inmediato, argumentando que no simpatizaba con la denominada literatura ocultista, difundida entre el público por los diversos grupos de esa índole; que nunca había escrito para el público, y además que le desagradaba profundamente toda clase de trabajos y escritos síquicos. Cambió de parecer al explicarle que la relación telepática era algo ya comprobado y un asunto de interés científico, que ella no era clarividente ni clariaudiente, y que nunca lo sería y, sobre todo, que la prueba de la verdad es la verdad misma. Le dije que si aceptaba escribir durante un mes, el material trascrito le demostraría contener la verdad, pues enfocaba reconocimiento y comprensión intuitiva y abarcaba cuanto fuera de valor para la nueva e inminente era espiritual. Esto contribuyó a superar su aversión a tal tipo de trabajo, como también a las diversas e imperantes presentaciones ocultistas de la verdad; entonces estipuló que los escritos fueran publicados sin pretensiones de ninguna especie, y que las enseñanzas demostrarían o no su valor, de acuerdo a sus propios méritos.
Los Libros
El primer libro publicado fue Iniciación Humana y Solar, resultado de su primer esfuerzo en este tipo de trabajo, base de los demás libros. Escribió para mí durante veinticinco años. Los libros se publicaron de acuerdo a un propósito profundo y subyacente que quizás deseen conocer, y ha tenido amplia aceptación mundial.
En Iniciación Humana y Solar se trató de dar a conocer la realidad de la existencia de la Jerarquía, que H.P.B. ya había difundido mediante insinuaciones y enunciados, pero no en forma ordenada. La Sociedad Teosófica había enseñado la existencia de los Maestros, a pesar de que H.P.B. manifestara a la sección esotérica que lamentaba profundamente haberlo hecho. Estas enseñanzas fueron erróneamente interpretadas por los posteriores dirigentes teosóficos, quienes cometieron varios errores fundamentales.
La descripción que daban de los Maestros se caracterizaba por una imposible infalibilidad, olvidando que Ellos también evolucionan. La enseñanza impartida fomentó un creciente interés por el autodesarrollo y un intenso enfoque sobre la liberación y el desenvolvimiento personales, pues las personas consideradas como iniciados y discípulos avanzados eran mediocres y sin mayor influencia fuera de la Sociedad Teosófica, exigiendo total devoción a los Maestros y a Sus personalidades. Decían que estos Maestros interferían en la organización de esos grupos esotéricos que afirmaban trabajar bajo Su dirección. Se Les hacía responsables de los errores cometidos por los dirigentes de los grupos, los cuales se escudaban detrás de las siguientes declaraciones: “el Maestro me dio instrucciones para que dijera…”, “el Maestro desea que se haga el siguiente trabajo”, o “el Maestro quiere que los miembros hagan esto o aquello”. Quienes obedecían, eran considerados buenos, y a los que no se interesaban ni obedecían, se los consideraba como renegados. Se infringía constantemente la libertad individual y se justificaban las debilidades y ambiciones de los dirigentes. A.A.B., en conocimiento de esto, rehusó tomar parte en tales actividades, pues esta es la historia de la generalidad de todos los grupos esotéricos que atraen al público. Aunque yo hubiera querido trabajar en esas condiciones —algo que ningún miembro de la Jerarquía hace— ella no habría colaborado conmigo.
Luego escribió Cartas sobre Meditación Ocultista. Estas cartas proporcionaron, en cierta medida, un nuevo acercamiento a la meditación, basada en el reconocimiento del alma en cada persona y no en la devoción a los Maestros. A este siguió Tratado sobre Fuego Cósmico. Este libro constituye una ampliación (ampliación esperada) de las enseñanzas difundidas en el libro La Doctrina Secreta sobre los tres fuegos —fuego eléctrico, fuego solar y fuego por fricción; también presenta la clave sicológica de La Doctrina Secreta y deberá ser estudiado por los discípulos e iniciados al finalizar este siglo y comenzar el próximo, hasta el año 2025.
Después A.A.B. pensó que sería de valor para mí y el trabajo, escribir libros útiles para los estudiantes además de la trascripción de mis escritos y apuntes en el idioma original inglés, e ideamos hacerlo juntos, lo cual me instó a pensar y trasmitir ideas que era mi deber hacer públicas. El promedio general de los síquicos y médium no poseen mayormente un alto grado de inteligencia; A.A.B. deseaba demostrar (para ayudar al trabajo del futuro) que puede hacerse un trabajo netamente síquico e inteligente al mismo tiempo. Por esta razón escribió cuatro libros que son el producto de su propio esfuerzo:
- La Conciencia del Átomo
- El Alma y su Mecanismo
- Del Intelecto a la Intuición
- De Belén al Calvario.
También escribió, con mi colaboración, un libro titulado La Luz del Alma, donde doy una paráfrasis en inglés de los Aforismos sánscritos de la yoga de Patanjali, colaborando ella en los comentarios y consultándome ocasionalmente para estar segura del significado.
A este siguió Tratado sobre Magia Blanca, escrito hace unos años, que en forma de capítulos enviaba a los estudiantes avanzados de la Escuela Arcana, únicamente como material de lectura. Es el primer libro publicado que trata del entrenamiento y el control del cuerpo astral o emocional. Se han escrito muchos libros ocultistas sobre el tema del cuerpo físico y su purificación; también sobre el vehículo etérico o vital, y la mayoría es recopilación de otros libros, antiguos y modernos. En este libro se intenta entrenar, al aspirante moderno, en el control de su cuerpo astral, con ayuda de la mente a medida que es iluminada por el alma.
El siguiente fue Tratado sobre los Siete Rayos; es un libro muy extenso. Los tomos I y II tratan sobre los siete rayos y sus siete tipos sicológicos, poniendo los cimientos para la nueva sicología, pues la sicología moderna, por más que sea materialista, ha establecido bases sólidas. El tomo III está íntegramente dedicado al tema de la astrología esotérica y constituye en sí una unidad completa. Está destinado a difundir la nueva astrología, basada en el alma, no en la personalidad. El horóscopo confeccionado por la astrología ortodoxa predice la suerte y el destino de la personalidad, y cuando dicha personalidad está poco evolucionada o medianamente desarrollada, puede ser y con frecuencia es asombrosamente correcto. Sin embargo en los casos de personas muy evolucionadas, aspirantes, discípulos e iniciados, que comienzan a controlar sus estrellas y por consiguiente sus acciones, no resulta tan exacto. Los sucesos y acontecimientos de sus vidas son impredecibles. La nueva y futura astrología se esfuerza por dar la clave del horóscopo del alma, condicionado por el rayo del alma y no por el rayo de la personalidad. He impartido bastante como para capacitar a los astrólogos, que tengan interés y posean una nueva inclinación, a predecir el futuro desde el ángulo de este nuevo acercamiento. La astrología es una ciencia fundamental y necesaria. A.A.B. no es versada en ello ni sabe confeccionar un horóscopo, tampoco conoce los nombres de los planetas ni las casas que rigen. Por lo tanto, soy absolutamente responsable de lo que aparece en él y en todos mis libros, excepto, como ya he explicado, el libro La Luz del Alma.
El tomo IV versa sobre el tema de la curación y la construcción del puente, el antakarana, que elimina la separatividad existente entre la mónada y la personalidad. También se dan las Catorce Reglas que deben dominar quienes se preparan para la iniciación… el tomo V de Tratado sobre los Siete Rayos. Quisiera llamar la atención acerca de este último tema, recordándoles que A.A.B. nunca hizo la menor alusión, pública o privada, de que es un iniciado. Sabe que ello es contrario a la Ley, y oyó a muchas personas de escasa luz espiritual o capacidad intelectual, hacer tal afirmación, produciendo el consiguiente daño, menoscabando la idea de la Jerarquía y la naturaleza del adepto ante los ojos del público observador. Soy absolutamente responsable de las Catorce Reglas y de su elucidación y aplicación. A.A.B. nunca pretendió ser más que un discípulo activo ocupado en el trabajo mundial (lo cual no se puede negar), y ha reiterado constantemente que la legítima palabra “discípulo” no admite controversia, así como también es la más exacta para ser aplicada a las distintas categorías de trabajadores de la Jerarquía, desde el discípulo probacionista, apenas afiliado a algunos discípulos de la Jerarquía, hasta la influencia misma del Cristo, el Maestro de Maestros e Instructor de ángeles y hombres. Constantemente se opone, con mi total aprobación, a la malsana curiosidad respecto de títulos y categorías, lo cual constituye una plaga en muchos grupos esotéricos, y conduce a la competencia desmedida, envidia, críticas y pretensiones que caracterizan a la generalidad de esos grupos ocultistas, inutilizando la mayoría de sus publicaciones e impidiendo al público recibir las enseñanzas en toda su pureza y sencillez. Estado y título, categoría y posición, nada significan. Lo que vale es la enseñanza, es decir, su verdad y su llamado intuitivo. Esto debe tenerse constantemente presente. Los discípulos aceptados reconocen al Maestro internamente —lo cual puede ser corroborado por sus discípulos y utilizado por el Maestro como condición real—, lo conocen, aceptan Sus enseñanzas y es considerado por ellos como su Maestro, pero no lo hacen con el mundo externo.
Terminado el Tratado sobre los Siete Rayos y editado un pequeño libro titulado Espejismo (Glamour) y también Discipulado en la Nueva Era, A.A.B. terminó su trabajo en colaboración con El Tibetano, entonces pudo reasumir su tarea como discípulo en el Ashrama de su propio Maestro (Párrafo adaptado por los editores).