Pensamientos Finales y Conclusión

Otro efecto de la meditación muy prevaleciente en esta época, es el aluvión de seudo escritos inspirados, a los que en todas partes se les da mucha importancia. Hombres y mujeres están muy ocupados escribiendo automáticamente, inspiradamente y proféticamente, y publicando el resultado de sus tareas. Estos escritos se caracterizan por la uniformidad de ciertos detalles, lo cual puede explicarse de varias maneras. Proceden de muy diferentes fuentes internas. Son curiosamente similares; indican un espíritu de amorosa aspiración; no dicen nada nuevo, sino que repiten lo ya dicho tantas veces; contienen muchas afirmaciones y frases relacionadas con los escritos de los místicos o con las enseñanzas cristianas; quizás contengan algunas profecías sobre acontecimientos futuros (generalmente deplorables y terribles y muy raras veces auspiciosos); confortan mucho a quien los escribe y hacen que se considere un alma grande y maravillosa; afortunadamente, por lo general son inofensivos. Son legión, y se vuelven por demás cansadores después que uno ha leído unos pocos de esos manuscritos. Algunos son decididamente destructivos, predican grandes e inmediatos cataclismos y fomentan el temor en el mundo. Aun suponiendo que estas predicciones fueran verdad, cabe preguntar si se gana algo con atemorizar al público y si no es más constructivo que las personas comprendan su destino inmortal en lugar de decirles que serán arrastradas por un maremoto o víctimas de alguna catástrofe que borrará su ciudad del mapa…

Sería pertinente preguntar, ¿cómo puede uno distinguir entre los escritos verdaderamente inspirados del verdadero conocedor, y este cúmulo de literatura que inunda la mente del público en la actualidad? Diría ante todo, que el escrito verdaderamente inspirado carecerá totalmente de referencias personales; emitirá una nota de amor y no contendrá nada que despierte odios y erija barreras raciales; trasmitirá conocimiento cierto y su autoridad residirá en la respuesta de la intuición; responderá a la ley de analogía, y se adaptará al cuadro mundial. Sobre todo contendrá la impronta de la sabiduría divina y llevará a la raza un poco más adelante. Respecto a su mecánica, los escritores de este tipo de enseñanza tendrán una cabal comprensiónde los métodos empleados. Dominarán la técnica del proceso; serán capaces de protegerse de la ilusión y de la intromisión de personalidades, y tendrán un activo conocimiento del mecanismo con que trabajan. Sabrán cómo recibir las enseñanzas de entidades desencarnadas y de grandes Maestros, y conocerán todo lo concerniente a quienes trasmiten tales enseñanzas.

Los verdaderos servidores de la raza y quienes han contactado el mundo del alma, por la meditación, no tienen tiempo para banalidades… En resumen, tratarán de educar el carácter de los hombres, no malgastarán el tiempo destruyendo personalidades, ni se ocuparán de efectos o resultados. Trabajan en el mundo de las causas, y enuncian principios.

El aspirante serio e interesado, en esta etapa, es él mismo una dificultad, porque está tan ansioso por dominar la técnica de la meditación que ignora las reglas dadas y conduce él mismo, a pesar de todo lo que pueda decir el instructor o de las advertencias que pueda recibir. En vez de sujetarse a la fórmula señalada de quince minutos, trata de forzarse y dedicar treinta minutos; en lugar de seguir el delineamiento establecido, trata de sostener la concentración el mayor tiempo posible, y en el máximo esfuerzo olvida que está aprendiendo a concentrarse y no a meditar. Por lo tanto sufre, y tiene un colapso nervioso o un período de insomnio, y echa la culpa al instructor y considera peligrosa a esta ciencia. Sin embargo todo el tiempo, el único defecto es él mismo.

Al presentarse alguna de estas dificultades primarias, debería suspenderse momentáneamente el trabajo de meditación o hacerlo con más lentitud. La mente, iluminada por el alma, debería ser el factor controlador, y cuando pensemos correctamente, vivamos correctamente, y elevemos todos nuestros pensamientos y energías a “los lugares Celestiales”, resolveremos nuestros problemas mediante el desenvolvimiento de una normalidad espiritual que es tan necesaria en esta época, particularmente entre los aspirantes y estudiantes esotéricos.

¿Cuál ha de ser el resultado de todo nuestro esfuerzo? ¿La satisfacción personal o un gozoso cielo de eterno descanso y beatitud? ¡Dios no lo quiera! La búsqueda en el mundo continúa; el grito de la humanidad se eleva desde las profundidades y asciende hasta el trono de Dios Mismo. Desde el Corazón del Templo de Dios, hasta el cual nos hemos abierto camino luchando y esforzándonos, volvemos y trabajamos en la Tierra. No cesaremos en nuestro empeño hasta que el último de los buscadores del mundo haya encontrado su camino al hogar.

¿Qué salvará a este mundo de su agonía, desastre económico y caos actuales? ¿Qué va a introducir la nueva era de hermandad y vida grupal? ¿Quién o qué salvará al mundo? ¿No surgirá a la existencia activa un grupo de místicos prácticos que, asociados en el sentido de unidad divina, trabajen en formas prácticas en la Tierra? Ellos no se retirarán a los monasterios o a los lugares solitarios del mundo, no importa lo atrayentes que les parezcan, sino que participarán de la vida normal del planeta. Serán los ejecutivos de nuestras grandes ciudades; desarrollarán nuestros programas políticos; conducirán a la juventud por los senderos de la correcta educación; regularán nuestros destinos económicos, sociales y nacionales, y lo harán desde el centro de su ser y desde el punto de vista del alma; conocerán el secreto de la iluminación; sabrán cómo someter todos los problemas a la omnisciencia del alma; conocerán el secreto de la vida que hermana a todos los hombres.

Reconocerán a todos los que encuentren como Hijos de Dios, pero conocerán también los signos del hombre iluminado y con él tratarán de trabajar para el bien del todo. Se encontrarán unos a otros telepáticamente y trabajarán, por lo tanto, en la más estrecha cooperación.

Este grupo ya existe, y sus miembros están en íntima relación entre sí. Se hallan en todos los países del mundo; sin embargo se reúnen diariamente en el reino del alma. Hablan un mismo lenguaje; tienen los mismos ideales; no conocen fronteras ni divisiones; no sienten odios ni establecen diferencias de clase; no establecen barreras raciales; ven las cosas tal cual son; no siendo idealistas ilusos, se concentran sobre el siguiente paso que debe dar la humanidad y no en las etapas finales de su propio desarrollo. Trabajan con sabiduría mundana a la vez que con percepción espiritual. Sobre todo, trabajan juntos y se ponen en contacto uno con el otro mediante el poder de una realización unificada.

Este grupo de místicos y conocedores (grupo que se está integrando) es la esperanza del mundo y constituye el Salvador del Mundo. Están por encima y más allá de todos los credos y teologías; actúan en todos los campos de la realización humana —el campo científico, el político, el religioso, el educativo y el filosófico. No se interesan en terminologías, ni pierden el tiempo tratando de imponer a otros sus teorías favoritas, sus términos peculiares o su particular acercamiento a la verdad. Reconocen la verdad subyacente en todas las presentaciones y sólo están interesados en los principios de hermandad, en el énfasis de lo esencial y en vivir la vida del espíritu en el mundo cotidiano.

Conocen el significado de la meditación y están con nosotros ahora. Nuestro es el privilegio de ingresar en sus filas sometiéndonos a la técnica de la meditación, a la disciplina del correcto vivir cotidiano y a la influencia que ejerce el móvil puro del SERVICIO.

Del Intelecto a la Intuición”, Alice Ann Bailey.