Junio, 1948 y 1949
Será obvio (si han considerado mis palabras con cuidado) que un gran movimiento espiritual está en camino —quizás el más grande de todos los tiempos, si exceptuamos la gran crisis espiritual que trajo a la existencia el cuarto reino, el reino humano. Más arriba he mencionado sólo tres de los resultados más importantes que la Jerarquía espera. Se estima que la humanidad alcanzó un punto en la evolución donde mucho puede hacerse, porque las mentes de los hombres —por primera vez en escala mundial— son sensitivas a impresión espiritual; la oportunidad del momento es única, porque mentes en todas partes se están mostrando superlativamente receptivas tanto para el bien como para el mal. Los hombres no están hoy gobernados tanto por impulso ciego como por pensamiento considerado. Siempre hubieron grupos pequeños y almas raras que han demostrado la capacidad de responder a impresión espiritual. La línea de menor resistencia para las masas es el impulso egoísta y ahí reside el punto mayor de ataque por las Fuerzas de la Luz.
Las potencias totalitarias siempre han realizado y explotado esta capacidad de seres humanos para ser responsivos a buena o mala impresión. Recalcando ciertas doctrinas, ciertos principios y ciertas creencias a su pueblo, y no revelando la verdad o los hechos e ignorando las realidades, logran mover a su pueblo hacia una aceptación que significa —para los iniciadores que controlan— inmenso poder.
Otras naciones, las así llamadas democracias, se hallan en un estado de gran confusión, divididas en partidos políticos, religiosos y sociales; escuchando atentamente la enseñanza, los sueños y los planes de cada persona que tiene una idea y se abre paso avanzando en la conciencia pública, sin tener una verdadera o buena política, contaminada por egoísmo (personal o nacional y a veces ambos), y demandando la liquidación de asuntos materiales con poca atención —si es que alguna— a las metas y valores espirituales reconocidos.
Afortunadamente hay un creciente cuerpo de aquellos de todas las fes, o de ninguna fe religiosa, que se encuentran en cada continente y nación, que se percatan de la inducción de este movimiento espiritual —vinculando humanidad con la Jerarquía. Esto se debe a que reaccionan a la esperanza espiritual, a la expectativa y a la creencia curiosamente difundida de que es posible y está a mano la intervención divina. Así como se desarrolla el impulso de esta actividad espiritual, así se desarrollará la responsividad entre los hombres, y si la reacción es la que se espera, serán las masas en todas partes las que lentamente se unirán para ocasionar las condiciones necesarias para la reaparición del Príncipe de Paz, trayendo conSigo la potencia y la bendición del Avatar de Síntesis. El número de estas personas semi-esclarecidas está creciendo rápidamente; la desesperación está apresurando la respuesta de ellas a la ayuda desde lo alto y, a su debido tiempo, sus números serán tan grandes que el totalitarismo, como también la democracia caótica, no serán capaces de oponérseles.
No es un sueño místico o visionario lo que les estoy brindando. Involucra sentido comercial duro en el plano físico, un sentido común práctico, una cesación de la constante presentación de un bello futuro en un mítico cielo de ociosidad e inutilidad. Introducir el Reino de Dios, la preparación para el advenimiento del Cristo y la salvación del género humano demandan coraje, organización, idoneidad comercial, sicología y persistencia; necesita trabajadores entrenados y mucho dinero; exige programas cuidadosamente considerados, con visión de largo alcance, además de procedimientos modernos sensatos. Para esto se llama hoy a todos los que tienen verdadera visión y amor a la humanidad; significa la difusión de una buena voluntad inteligentemente cultivada y el fomento de esas condiciones, actitudes y puntos de vista que inevitablemente ocasionarán rectas relaciones humanas.
Llamaría vuestra cuidadosa atención sobre una materia muy importante. En el momento que se alcance un punto de equilibrio, en el momento en que quienes representan separatidad y materialismo, totalitarismo o cualquier régimen impuesto (y en consecuencia una unidad maligna) y quienes representan la libertad del alma humana, los derechos del individuo, hermandad y rectas relaciones humanas, igualen en fuerza, en posición y en influencia, entonces las puertas de la Jerarquía (hablando simbólicamente) se abrirán y el Cristo con Sus discípulos vendrán. Este equilibrio tiene que alcanzar un punto en niveles mentales; tiene que ser alcanzado por quienes pueden pensar, quienes pueden influir, y en cuyas manos reside la responsabilidad por lo que las masas que están por debajo del nivel mental conocen y creen. El trabajador no cualificado, las numerosas personas que nunca piensan, quienes son sólo jóvenes en la experiencia de encarnación, y las multitudes que evaden el pensamiento incluso cuando son capaces de ello, están en las manos de dos vastos y dominantes grupos: los totalitarios y las democracias.
Las consecuencias de lograr un punto de equilibrio están muy cerca hoy. El mal organizado no ejerce poder; el bien organizado todavía es bastante ineficaz, debido mayormente al fracaso de las religiones del mundo en dar una verdadera imagen de la misión de Cristo; por lo tanto la lucha por el control está con nosotros ahora. Si las fuerzas del mal, más los grupos de hombres que buscan control del espíritu humano (no importa en qué país se encuentren, y se los puede encontrar en todos los países sin excepción), llegan a ser dominantes, las puertas del mal se abrirán y la vida del hombre perderá su significado; la muerte descenderá sobre nuestro planeta —muerte tanto espiritual como mental. Si las fuerzas del bien, el trabajo del nuevo grupo de servidores del mundo y las actividades de los hombres de buena voluntad en todas partes prevalecen, las puertas de la Jerarquía espiritual se abrirán y —para usar una frase bíblica— las Huestes del Señor surgirán. El Cristo Vendrá.
La Iglesia Cristiana ha puesto tanto énfasis sobre la excepcional posición de Cristo como el único Hijo de Dios, que un gran error se ha deslizado y ha sido fomentado durante siglos; Cristo Mismo previó la posibilidad de este error y trató de contrarrestarlo señalando que todos somos los “Hijos de Dios” y que “mayores cosas que Yo haréis” —una declaración que ningún comentarista jamás comprendió ni adecuadamente explicó. El hecho oculto es que no hay ningún ser en la Tierra, desde la forma de vida más baja hasta la más alta, que no esté avanzando hacia una mayor y más fina expresión de divinidad, y Cristo Mismo no es una excepción a esta ley evolutiva universal. Por lo tanto, en este momento y porque Se está preparando para elevar a la entera familia humana más cerca de Dios, Se está exponiendo a ciertas energías poderosas que afluyen, absorbiendo en Sí Mismo corrientes de fuerza espiritual y sometiéndose a una estimulación dinámica que es enteramente nueva para Él; esto constituye Su testeo para la excelsa iniciación que ahora Lo confronta; constituye además el sacrificio que está haciendo para completar Su obra en la Tierra y traer una nueva salvación a la humanidad.
El Cristo está trabajando, por lo tanto, en muy estrecha cooperación con el Maestro Morya y también con el Manu (uno de los tres Jefes de la Jerarquía), y estos tres —el Cristo, el Manu y el Maestro Morya— crean un triángulo de energías en el cual (y a través del cual) la energía del Avatar de Síntesis puede fluir a raudales, hallando correcta dirección bajo Sus esfuerzos combinados.
En el plano físico, los iniciados y los discípulos que trabajan en el Ashrama del Maestro Morya se ocupan primariamente de la expresión de síntesis en el mundo de la política y de gobierno, y de contrarrestar erróneos acercamientos a síntesis, procurando preservar libertad en unidad. Es una síntesis subjetiva para la cual ellos trabajan —una síntesis que se expresará en una diferenciación externa. Esta síntesis definirá los muchos aspectos de la esencial, básica unidad que, elaborando bajo la estimulación de la energía de síntesis, ocasionará eventual paz y comprensión en la tierra —una paz que preservará culturas individuales y nacionales, pero que las subordinará al bien de toda la humanidad.
Extraído de: “La Exteriorización de la Jerarquía”, Alice Ann Bailey