“Ante cada hombre se abre un Camino, y Caminos y un Camino.
Y el alma superior asciende por el Camino superior y el alma inferior va a tientas por el inferior;
y entremedio, en las brumosas planicies, los demás van a la deriva de aquí para allá.
Pero ante cada hombre se abre un Camino superior y otro inferior,
y cada hombre decide el Camino que debe seguir su alma.”
HEMOS delineado el método por el cual el místico puede convertirse en conocedor consciente y también definimos la secuencia del desarrollo que finalmente produce la iluminación del cerebro físico y el vivir una vida inspirada en la tierra. Empezamos con el hombre que, habiendo agotado los recursos y las satisfacciones del vivir físico y enfrentando la inevitabilidad de una gran transición hacia otra dimensión de la vida, busca el camino al conocimiento y la certeza. Descubre, si ha investigado con imparcialidad, que en todas las épocas han existido quienes supieron, aquellos que habían penetrado hasta el corazón del misterio del ser, y que regresaron trayendo la seguridad de la inmortalidad del alma y de la realidad del Reino de Dios. Hablan también de un método por el cual llegaron a esta captación de la Verdad divina, y de una técnica que les posibilitó la transición del cuarto al quinto reino de la naturaleza.
Hallamos que en el trascurso de las edades, estos hombres iluminados dan testimonio de la misma verdad y afirman que este método universal les proporciona los siguientes resultados:
Primero: Una experiencia directa de las realidades divinas, de las verdades trascendentales y del mundo sobrenatural. Cuando se hace contacto con esto es un proceso tan natural y parte tan vital del desarrollo evolutivo como cualesquiera de los procesos comprobados por las ciencias de la biología, de la física y de la química. Así como estas tres grandes ciencias son ocultas e inalcanzables para el estudiante común, también la metafísica superior es oculta e inalcanzable para el académico que carece de la necesaria amplitud de criterio y de un definido entrenamiento y equipo.
Segundo: El desarrollo y la revelación del Yo. Mediante la educación mental y espiritual que la práctica de la meditación avanzada confiere, se resuelve el problema de los sicólogos respecto a la naturaleza del Yo, el alma, la siquis, y la palabra se resuelve en su significado original —Psique, el nombre del alma. El proceso ha sido uno de revelación gradual y de un progresivo acercamiento al alma. La siquis surge en su verdadero ser.
Detrás de la materia existe un inmanente y potente factor responsable de la coherencia de la naturaleza forma, y que constituye la personalidad actuante en el mundo físico. Este factor puede ser considerado como el aspecto vida, y los estudiosos lidian continuamente con el problema de la vida, tratando de llegar a su origen y su causa. Aún más profundamente arraigado se halla el aspecto sensible, sufriente, experimentador y emocional del Yo, actuando por medio del sistema nervioso y del cerebro y rigiendo muy poderosamente todas las actividades en el mundo de los asuntos humanos. Siente placer y dolor; está ensimismado en estados de ánimo y reacciones emocionales hacia la vida, y en preocupaciones y deseos de todo tipo. Esta es la vida personal común para la mayoría de nosotros, porque en esta etapa del desarrollo humano, sentimos más que pensamos. La razón de ello nos la da claramente Patanjali como sigue:
“El sentido de lo personal se debe a que el conocedor se identifica con el instrumento del conocimiento… La ilusión de que el Perceptor y lo percibido son uno y lo mismo, es la causa (de los efectos que producen dolor) que debe evitarse.”
En otra parte nos dice que la experiencia de la vida y el proceso de vivir y sentir en el plano físico provienen de “… la incapacidad del alma para distinguir entre el yo personal y el espíritu. Las formas objetivas existen para uso (y experiencia) del hombre espiritual. Meditando sobre esto surge la percepción intuitiva de la naturaleza espiritual”.
Mediante esta experiencia vital y por el proceso de deseo sensorio y consiguiente percepción, el hombre agota este aspecto de su naturaleza y penetra más profundamente hasta llegar al tercer factor, la mente. El hombre se halla actualmente en este punto de la investigación, y la cuidadosa consideración de los procesos mentales y el estudio de las reacciones de la mente, sus causas y objetivos, absorben la atención de los sicólogos de todas partes… se acepta universalmente que existe algo llamado mente, y que ejerce cada vez más influencia sobre la raza.
Desde este punto ¿hacia dónde vamos? En el trascurso de las edades hubo un gran progreso en la evolución de la conciencia humana, un constante crecimiento en la comprensión de la naturaleza, del mundo en que los hombres viven, y una creciente captación del Todo, hasta que hoy el mundo está unido por la radio, el telégrafo y la televisión. El hombre es omnipresente, y la mente es el principal factor que ha producido este aparente milagro. Hemos llegado a una comprensión de las leyes que rigen al mundo natural, y algunas de las que gobiernan el mundo síquico. Las leyes del llamado reino espiritual quedan por ser descubiertas y empleadas científicamente. Unos pocos las han conocido y hablaron de ellas a la humanidad, pero son utilizadas únicamente por los espíritus precursores de nuestra raza. Entre los pocos que aparecen como conocedores eminentes tenemos a Buda, Cristo, Platón, Aristóteles, Pitágoras, Meister Eckhart, Jacob Boehme, Spinoza —es una larga lista. Empecemos por formular las adecuadas preguntas: ¿No es acaso posible que muchos cientos de personas estén en condiciones de coordinar el cerebro, la mente y el alma, y trasponer así el portal de la percepción mental hacia el reino de la luz, de la percepción intuitiva, y el mundo de las causas? Desde el punto de vista del mundo mental en el que hemos penetrado, dejando atrás el cuerpo físico y la naturaleza síquica, ¿no podemos ahora continuar hacia el siguiente desenvolvimiento evolutivo? Habiendo arribado a alguna comprensión de la naturaleza de la humanidad y de la mente, ¿no podemos empezar a captar la naturaleza de la intuición y actuar en otro reino con la misma comprensión y facilidad con que lo hacemos como hombres? Los Conocedores dicen que sí, e indican el camino.
Tercero: En el lenguaje de algunos de los precursores en el reino espiritual, el tercer resultado de la meditación es encontrar a Dios. Relativamente tiene poca importancia lo que queremos decir en detalle mediante esa breve palabra de cuatro letras. No es más que un símbolo de la Realidad. Cada religión mundial plantea una Vida que es inmanente en la forma y una Causa que ha traído todas las cosas a la existencia. Todo ser humano es consciente internamente de luchas imprecisas (que se agudizan a medida que el intelecto se desarrolla) que llevan a conocer, a comprender, y responder las preguntas de Por qué y Por qué razón. La mayoría de los hombres, cualquiera sea su teología, al encontrarse ante el portal de la muerte, afirman su creencia en el Padre de los Seres y aceptan lo que implica esa Paternidad. Consideremos a Dios como ese “Elevado y Desconocido Propósito” que puede ser reconocido como la suma de todas las formas que expresan la Vida, de todos los estados de conciencia, y como la Vida misma; consideremos a la Deidad como aquello en lo cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, y que está desarrollando por medio de todas las formas en la naturaleza (incluyendo la forma humana), Su propio Plan inclusivo y sintético.
Cuarto: Con palabras de las escuelas de misticismo en ambos hemisferios, estos resultados están compendiados en las expresiones: Unión con Dios o Aunamiento con la Divinidad. Dios y el hombre están aunados. El Yo y No-Yo están unificados.
Todos los demás factores por debajo de la realidad espiritual son sólo caminos hacia el centro y deben ser totalmente reemplazados en el estado contemplativo donde el hombre sale de la conciencia de la forma y pasa a la de la realidad espiritual, el alma.
Extraído de: “Del Intelecto a la Intuición”, Alice Ann Bailey.