Hemos visto que la profunda necesidad del aspirante es ver que tiene éxito en traer con exactitud a la conciencia del cerebro físico los fenómenos del mundo espiritual con los cuales pueda haber logrado ponerse en contacto. Consideraremos brevemente algunos fenómenos de la mente inferior que los estudiantes constantemente interpretan mal.
Registran, por ejemplo, un arrobador encuentro con el Cristo o con alguna Gran Alma que se les apareció cuando meditaban, les sonrió y les dijo: “Alégrate, estás haciendo buen progreso. Eres un trabajador elegido y la verdad te será revelada”, o algo igualmente fatuo. Se entusiasman por el acontecimiento, lo anotan en sus diarios y me escriben con gran gozo, diciendo que es el acontecimiento más importante ocurrido en sus vidas. Puede serlo, si lo manejan correctamente y aprenden la lección. ¿Qué ha ocurrido realmente? ¿Ha visto el estudiante al Cristo? Aquí debe recordarse la verdad de que “los pensamientos son cosas” y que todos los pensamientos toman forma. Dos cosas lo han producido, si realmente ha tenido lugar, pero no es el resultado de una imaginación vívida y sobreestimulada. El poder de la imaginación creadora recién ahora empieza a presentirse y es posible ver lo que queremos ver, aunque no esté allí. El deseo del aspirante por progresar, y su arduo esfuerzo, lo ha obligado a despertarse o a ser consciente en el plano síquico, el plano de las imaginaciones vanas, de los deseos y de las realizaciones ilusorias. En tal reino se pone en contacto con una forma mental de Cristo o de algún grande y reverenciado Instructor. El mundo de ilusión está lleno de estas formas mentales, construidas en el trascurso de las edades por los amorosos pensamientos de los hombres, y el individuo, actuando por medio de su propia naturaleza síquica (la línea de menor resistencia para la mayoría), llega a hacer contacto con tal forma mental, la confunde con la realidad, y se la imagina diciendo todo lo que quisiera que diga. Anhela que lo alienten; busca, como tantos, la justificación del fenómeno por su esfuerzo; tranquiliza su cerebro, y se desliza suavemente a una condición síquica y negativa. Mientras se encuentra en tal condición, su imaginación empieza a actuar, ve cuanto quiere ver, y oye magníficas palabras de reconocimiento, que es lo que él ansía. No se le ocurre que los guías de la raza están demasiado ocupados con las actividades grupales y el entrenamiento de los pensadores avanzados y líderes de la humanidad, mediante los cuales Ellos pueden trabajar, para emplear Su tiempo con los niños de la raza. Estos últimos pueden ser dejados para que los instruyan, con todo éxito, seres menos evolucionados. Tampoco se les ocurre que si estuvieran tan avanzados y altamente evolucionados como para merecer el privilegio de tal contacto, el Maestro no malgastaría Su tiempo y el de ellos dándoles golpecitos en la espalda y pronunciando sandeces muy altisonantes pero inanes. Más bien utilizaría el breve momento indicando alguna debilidad que debe eliminarse o alguna obra constructiva a emprender.
Otra vez, puede suceder que alguna “fuerza” (palabra frecuentemente empleada) o alguna entidad llegue al estudiante, mientras medita, y le describa una gran obra para la cual ha sido elegido; algún mensaje mundial que debe dar para ser oído por el mundo entero, o algún gran invento que debe presentar al mundo expectante si él continúa siendo bueno. Alegremente se ciñe el manto de profeta y, con inquebrantable creencia en su capacidad y habilidad para influir a miles de personas, aunque es relativamente impotente para influir a quienes lo rodean, se prepara para llevar a cabo su misión divina… Todos corremos el peligro de engañarnos de la misma manera cuando empezamos a meditar, si la mente discernidora no está alerta, o si tenemos secretas aspiraciones de sobresalir espiritualmente y sufrimos un complejo de inferioridad, el cual debe ser neutralizado. Otra causa para el engaño reside en que estas personas quizás hicieron verdadero contacto con el alma. Tuvieron un destello de su omnisciencia y perdieron la cabeza debido a la maravilla de la visión y el conocimiento contactados. Sobreestimaron su capacidad, pero el instrumento del alma fue totalmente incapaz de estar a la altura de los requisitos; hay aspectos en sus vidas sobre los cuales no puede brillar la luz; hay fallas secretas que conocen pero no pueden remediar; hay deseo de fama y poder; hay ambición. Aún no son almas que funcionan activamente. Han tenido simplemente la visión de una posibilidad y se derrumban debido a que no ven la personalidad tal cual es.
Sin embargo, a pesar de ser verdad lo que antecede, tengamos siempre presente que es privilegio del verdadero conocedor trabajar en la más íntima co-operación con los Guías de la raza, pero que el método de co-operación no es aquel que engañó al aspirante. Recién cuando empezamos a funcionar conscientemente como almas y nos ocupamos de prestar un servicio desinteresado (un servicio autoiniciado y desarrollado, porque el alma es consciente del grupo y la naturaleza del alma es servir), estableceremos tal contacto.
El punto que todo estudiante de meditación debe recordar es que todo conocimiento e instrucción es trasmitido a la mente y al cerebro por la propia alma del hombre, la cual ilumina su camino… Por lo tanto, si se le presenta alguna aparición, y tal entidad hace comentarios trillados, debe utilizar el mismo criterio que emplearía en los negocios o en la vida común si alguien se le presentara y dijera: “Tienes un gran trabajo en tus manos, vas bien, observamos y sabemos, etc., etc.,”. Probablemente soltaría una carcajada y continuaría con la actividad o deber del momento.
Otro efecto de la meditación muy prevalente en esta época, es el aluvión de seudo escritos inspirados, a los que en todas partes se les da mucha importancia. Hombres y mujeres están muy ocupados escribiendo automáticamente, inspiradamente y proféticamente, y publicando el resultado de sus tareas. Sería pertinente preguntar, ¿cómo puede uno distinguir entre los escritos verdaderamente inspirados del verdadero conocedor, y este cúmulo de literatura que inunda la mente del público en la actualidad? Diría ante todo, que el escrito verdaderamente inspirado carecerá totalmente de referencias personales; emitirá una nota de amor y no contendrá nada que despierte odios y erija barreras raciales; trasmitirá conocimiento cierto y su autoridad residirá en la respuesta de la intuición; responderá a la ley de analogía, y se adaptará al cuadro mundial. Sobre todo contendrá la impronta de la sabiduría divina y llevará a la raza un poco más adelante. Respecto a su mecánica, los escritores de este tipo de enseñanza tendrán una cabal comprensión de los métodos empleados. Dominarán la técnica del proceso; serán capaces de protegerse de la ilusión y de la intromisión de personalidades, y tendrán un activo conocimiento del mecanismo con que trabajan. Sabrán cómo recibir las enseñanzas de entidades desencarnadas y de grandes Maestros, y conocerán todo lo concerniente a quienes trasmiten tales enseñanzas.
Los verdaderos servidores de la raza y quienes han contactado el mundo del alma, por la meditación, no tienen tiempo para banalidades; estas puede dejárselas a buen seguro a los loros del mundo. Están demasiado ocupados sirviendo constructivamente como para que les importe ceñirse el manto que sólo es el velo del orgullo; no les interesa la buena opinión de cualquier persona, encarnada o desencarnada, sino únicamente la aprobación de su propia alma, y están vitalmente interesados en el trabajo precursor del mundo. Tampoco harán nada para nutrir el odio y la separatividad ni fomentar el temor, siendo muchas las personas en el mundo que están demasiado dispuestas a hacerlo; avivarán la llama del amor dondequiera vayan… En resumen, tratarán de educar el carácter de los hombres, no malgastarán el tiempo destruyendo personalidades, ni se ocuparán de efectos o resultados. Trabajan en el mundo de las causas, y enuncian principios. El mundo está lleno de destructores que nutren los actuales odios y agrandan las divisiones entre razas y grupos, ricos y pobres. Que el verdadero estudiante de meditación recuerde que cuando hace contacto con su alma, y se aúna con la Realidad, está entrando en un estado de conciencia grupal que derriba toda barrera y no deja a ninguno de los hijos de Dios fuera de su campo de conocimiento.
Extraído de: “Del Intelecto a la Intuición”, Alice Ann Bailey.