HEMOS llevado adelante nuestro trabajo de meditación de acuerdo a lo que podrían llamarse líneas seculares, porque implica el uso de la mente, y aunque se supone que el tema de la meditación ha sido religioso, los mismos resultados se hubieran alcanzado con un tema puramente mundano como el objeto o “pensamiento simiente”. El propósito ha sido la educación de la mente para mantenerse atenta sobre una idea elegida. Por lo tanto, nos hemos ocupado de lo que legítimamente podría llamarse parte del proceso educativo.
Aquí es donde se evidencia la divergencia entre los métodos oriental y occidental. Una de estas escuelas enseña, antes que nada, a controlar el mecanismo del pensamiento, a descubrir su existencia principalmente por la falta de control y, luego, mediante la concentración y la meditación, a adquirir la facilidad de obligar a la mente a centralizarse en cualquier dirección. Otras escuelas enseñan que poseemos algo denominado mente, y comienzan entonces a llenarla de información y a entrenar el aspecto memoria para que sea retentivo, y que el contenido de esa memoria esté fácilmente disponible para el estudiante. Son relativamente pocos los que de esta etapa pasan a un uso real de la mente por medio de un profundo interés en alguna ciencia o alguna forma de vida, sino que la mayoría nunca consigue controlarla. Los métodos educativos como ahora los tenemos no enseñan a sus estudiantes esta técnica preliminar, y de ahí la gran confusión en cuanto a la naturaleza de la mente y en cuanto a la distinción entre la mente y el cerebro.
Si el cerebro y las células cerebrales son todo lo que hay, la posición del pensador materialista, cuando dice que el pensamiento depende totalmente de la calidad de las células cerebrales, es lógica y correcta.
“El perfeccionamiento del proceso de captación depende principalmente de la estructura y del funcionamiento de cierto órgano que recibe y relaciona las diferentes impresiones de los sentidos y retiene, además, parcialmente, los vestigios de impresiones anteriores, permitiéndoles indirectamente entrar en acción. Este órgano es el cerebro, con sus ramificaciones y órganos subsidiarios. La perfección de la estructura y del funcionamiento de este órgano determina la perfección con que podemos lograr deliberadamente el intento de producir una representación de la complejidad del Todo, utilizando las formas específicas de percepción sensoria que están a nuestras órdenes…
“El cerebro nos permite tener una intuición y una captación intelectual del mundo en su complejidad. La manera en que esto se produce depende de la extremadamente complicada estructura interna de este órgano y su relación recíproca con otras partes del Todo, relación que tiene muchas graduaciones.”
… [muchos pensadores] pertenecientes a otras escuelas —que no son puramente materialistas— afirman que hay algo más que materia, y consideran a la mente como distinta del cerebro; sostienen la hipótesis de que es una realidad subjetiva sustancial, la cual es capaz de utilizar el cerebro como su terminal de expresión y al cual puede impresionar para expresar aquellos conceptos e intuiciones que un hombre puede utilizar conscientemente. Lo que consideramos no es en manera alguna una facultad supernormal o la posesión de un instrumento especializado, por unos pocos dotados; la mente debería ser empleada por todas las personas educadas, y al finalizar el proceso educativo (llevado a cabo en los años de formación) el hombre debería estar en posesión de una facultad que comprende y emplea a voluntad.
Dios revela su propósito mediante la actividad de la forma. Lo mismo hace a través de la actividad de la mente, que a su vez impresiona al cerebro, sintonizado con la receptividad. Más tarde la mente responde a una iluminación que emana del aspecto espíritu, lo cual se considerará más adelante.
… para el esoterista, el objeto de la meditación (llevada a las etapas finales) es que la mente cese de registrar toda forma de actividad, no importa cuán elevada sea, y en cambio empiece a registrar impresiones que emanan de ese factor, en constante manifestación, llamado (a falta de términos más adecuados) la Mente de Dios, la Mente Universal. Esta mente se caracteriza por un sentido de plenitud y de síntesis.
Toda la historia evolutiva de la humanidad podría considerarse desde el ángulo de este concepto del Plan, y podría notarse que el foco de interés se cifra en una acrecentada conciencia en el hombre, de un Universo que es la revelación de una Vida y de una Deidad, y en el cual el género humano desempeña su parte en el Todo mayor.
“Sólo es posible un camino de avance. El camino se recorre bajo la guía de la intuición de las mentes cuya sensibilidad instintiva es mayor de lo común; sigue la razón analítica que consolida la posición y hace el camino practicable para el resto de la humanidad. El progreso hacia lo desconocido empieza con una hipótesis, y una hipótesis sólo es una estructura más o menos irracional, obtenida intuitivamente. Una vez establecida, se la compara en todas sus implicaciones con la experiencia, de manera que la hipótesis sea en lo posible comprobada y racionalizada.”
Al estudiar el proceso del control de la mente llegamos a un punto en que debemos proseguir basados en una hipótesis. No obstante, será primeramente una hipótesis sólo para los de mente materialista, pues las conclusiones a que se llega y la esfera del conocimiento en que se penetra, han sido aceptadas como verdades y hechos probados por muchos miles de personas en el trascurso de las edades.
Hemos delineado un método, antiguo y probado, por el cual se afirma que la mente puede ser captada y utilizada a voluntad, y hemos indicado un medio por el cual se puede prescindir de los factores que han absorbido su atención hasta ahora, lo cual posibilita la entrada en un nuevo campo de percepción. Antes de continuar con las instrucciones será útil definir la hipótesis sobre la cual proseguiremos. Podemos expresarla de la siguiente manera:
Existe un reino del alma, llamado a menudo el reino de Dios, que en realidad es otro reino de la naturaleza, el quinto reino. La entrada en este reino es un proceso tan natural como lo ha sido, en el proceso de evolución, el tránsito de la vida evolutiva de cualquier reino de la naturaleza a otro. Cuando los sentidos, y todo lo que ellos imparten, están enfocados en ese “sentido común”, que fue el nombre que místicos como Meister Eckhart le adjudicaron a la mente, enriquecen esa mente y le abren muchos estados de percepción. Cuando pueden invalidarse estas actividades y la mente enriquecida y sensible puede a su vez reenfocarse, se convierte en un mecanismo sensible (un sexto sentido, si quieren); registra “las cosas del reino de Dios” y abre al hombre, en profunda meditación, estados de conciencia y esferas de conocimiento hasta entonces cerrados para él, pero que son parte del Todo y del contenido del mundo como cualquier otro campo de investigación. Esta es nuestra hipótesis y sobre ella proseguiremos. Teniendo en cuenta que la percepción instintiva ha cedido su lugar al conocimiento intelectual, ¿no sería posible que esta percepción intelectual sea, a su vez, trascendida y reemplazada por la conciencia intuitiva?
Extraído de: “Del Intelecto a la Intuición”, Alice Ann Bailey.