El Éxito del Porvenir de la Raza

El éxito del porvenir de la raza está ligado al éxito de esos individuos que tienen la capacidad de lograr cosas más grandes porque son más espirituales. Estos individuos de la familia humana deben ser descubiertos y alentados para que sigan adelante y penetren en el reino de lo intangible. Deben cultivarse y entrenarse y dárseles una educación que se adapte a lo más elevado y mejor que hay en ellos. Tal educación requiere una percepción apropiada del estado y desarrollo individual, y una exacta comprensión del paso inmediato que en cada caso debe darse; exige percepción, simpatía y comprensión de parte del instructor.

Los educadores comprenden la necesidad de elevar cada vez más los avanzados procedimientos pedagógicos y también los que están bajo su influencia, sacándolos del reino de la mente crítica, puramente analítica, y llevándolos al de la razón pura y de la percepción intuitiva. Bertrand Russell dice que “la educación no debería tender a lograr una percepción pasiva de hechos muertos, sino a una actividad dirigida hacia ese mundo que nuestros esfuerzos deben crear”. Debemos recordar que toda creación supone un creador vivo y funcionante, actuando con intención y utilizando la imaginación creadora. ¿No podría ser éste el resultado de nuestros sistemas educativos modernos? ¿No está acaso la mente regimentada y restringida por nuestro sistema masivo y el método de recargar la memoria con hechos mal asimilados? Si Herbart está en lo cierto cuando dice que “el principal deber de la educación es la revelación ética del universo”, probablemente tiene también razón el Dr. Moran cuando expone que “una de las causas subyacentes, quizás la principal de nuestra era materialista, es la falta del elemento espiritual en nuestra educación formal”. Algunos de nosotros también sentimos que existe una meta aún más amplia que la revelación ética y que posiblemente la humanidad sea el custodio de una iluminación y gloria que se comprenderá en su plenitud únicamente cuando las masas logren algo de la magnificencia que ha caracterizado a los Personajes Mundiales del pasado.

Este libro presenta un método por el cual puede desarrollarse la capacidad de actuar con una más amplia conciencia, y el hombre reorganizar su ser para lograr cosas mayores. Se ocupa de esa técnica por la cual un especializado entrenamiento y autocultura puede ser aplicado por cada unidad individual que sea capaz de desear esta meta más amplia. Si ese deseo puede tomar una forma racional y clara en su mente y puede ser considerado como un objetivo perfectamente legítimo, capaz de lograr éxito, ansiosamente lo emprenderá. Si la sociedad proporcionara los medios y la oportunidad para tal progreso, muchos buscarían gustosos el camino. El método propuesto es una técnica individual que permitirá al estudiante, que haya sacado provecho de las ventajas normales de la educación académica y de las experiencias de la vida, expandir su conciencia hasta trascender gradualmente sus actuales limitaciones y reorientar su mente hacia más amplios conocimientos. Descubrirá que el alma es la gran realidad, obteniendo así experiencia directa sobre cosas espirituales.

Everett Martin define la educación como “la revalorización espiritual de la vida humana. Su tarea es reorientar al individuo, permitirle alcanzar una visión más significativa y valiosa de sus experiencias y ubicarlo sobre y no dentro del sistema de sus creencias e ideales”. Esta definición abre necesariamente la puerta a la controversia, porque vivimos en un medio ambiente distinto; cada uno tiene sus problemas y características especiales, basados en la herencia, condición física y muchos otros factores. La consiguiente norma de valores deberá ser modificada para cada persona, cada generación, país y raza… No es probable haber agotado todas las posibilidades del mecanismo de respuesta del hombre ni del medio ambiente con el cual esto puede ponerlo en contacto. ¿Dentro de qué límites el hombre puede actuar? Si hay estados de percepción que abarcan desde el del hotentote hasta el de nuestra intelectualidad y hasta los genios y líderes en todos los campos de la expresión humana, ¿cuál es la diferencia entre ellos? ¿Por qué esos campos de percepción son tan ampliamente diversos?…

… del cúmulo de opiniones surge el hecho básico del amplio alcance de los estados de percepción humanos, y la asombrosa realización de que la humanidad ha producido tales maravillas de comprensión integral, de pureza de expresión y de perfecta influencia mundial evidenciadas por el Cristo, el Buda, Platón y muchos otros, cuyos pensamientos y palabras dejaron su impronta en las mentes de los hombres durante miles de años. ¿Qué los hace ser lo que son? ¿Son milagros que surgieron del corazón del Infinito, por eso nadie podrá igualarlos? ¿Son producto del proceso evolutivo y llegaron a ser poderosos por la vasta experiencia y desenvolvimiento? ¿O son la flor de la raza humana, que agregaron a sus facultades y entrenamiento una cultura especializada que les permitió entrar en un mundo espiritual herméticamente cerrado para la mayoría, y actuar en una dimensión de la cual nuestros más avanzados pensadores nada saben? Muchos creemos que… ha llegado el momento de que los educadores empiecen a preparar a los hombres para la nueva y divina experiencia y para el maravilloso experimento que los pondrá en posesión de sí mismos, algo que hasta ahora ha sido exclusiva prerrogativa de los místicos y conocedores de la raza. Estos conocedores ofrecen el testimonio de un mundo más amplio que el revelado por el mecanismo de los nervios y el investigado por el químico, el físico, el biólogo y el antropólogo; hablan en términos precisos de una esfera de contactos y de percepción donde son inútiles los sentidos físicos; afirman que han vivido y actuado en estos reinos más sutiles, y la perseverancia demostrada en la búsqueda mística de la realidad y la similitud de su testimonio en el trascurso de las edades, inclinan a creer en la posibilidad de ese mundo intangible y de un mecanismo de respuesta, por medio del cual se pueda establecer el contacto con tal mundo. Las filas de estos “ilusos” místicos y pensadores intuitivos, cuentan cientos de miles de las mejores mentes de la raza. Repetiremos las palabras de Walt Whitman, “Yo y los de mi clase no convencemos con argumentos; convencemos con nuestra presencia”.

Los hombres, quizás ahora, estén preparados para penetrar bajo la superficie y llevar su búsqueda dentro de la forma externa de la naturaleza, hasta alcanzar su causa misma. Quizás tendamos demasiado a confundir el espíritu religioso con la búsqueda mística. Todo pensamiento claro acerca de la vida y de las grandes leyes de la naturaleza, si se lleva adelante con persistencia y firmeza, conduce finalmente al mundo místico, y esto lo empiezan a comprender los científicos más destacados de nuestra época. La religión empieza con la hipótesis aceptada de lo invisible y de lo místico, pero la ciencia llega al mismo punto, trabajando de lo visible a lo invisible y de lo objetivo a lo subjetivo… Parece ser una verdad indiscutible que todos los senderos conducen a Dios, considerando a Dios como la meta final, lo cual simboliza la búsqueda de la realidad por el hombre. Ya no es un signo de superstición creer en una dimensión más elevada y en otro mundo del Ser. Aún la palabra sobrenatural ha llegado a ser profundamente respetable, y posiblemente algún día nuestros sistemas educativos consideren la preparación del individuo para trascender sus limitaciones naturales, como parte legítima de sus asuntos.

Del Intelecto a la Intuición”, Alice Ann Bailey.