Advertencia sobre Ejercicios de Respiración

Durante los últimos diez años, varios cientos de personas me pidieron ayuda debido a los efectos de seguir indiscriminadamente el consejo de instructores de respiración. Están bastante desesperados y frecuentemente en una seria condición síquica. A algunos pudimos ayudar. Algunos pocos por los que nada pudimos hacer terminaron en manicomios o en clínicas para desequilibrados. La gran experiencia sobre estos casos me lleva a formular esta advertencia, porque en la mayoría de los casos de problemas síquicos incontrolados la causa es: ejercicios respiratorios.

En las antiguas enseñanzas de Oriente, el control de la respiración sólo se permitía después de que los tres primeros “medios de unión”, como se los llama, habían sido forjados en la vida en alguna medida. Estos “medios” son: Primero, los cinco mandamientos, que son: inofensividad, veracidad hacia todos los seres, abstenerse de hurtar, de la incontinencia y de la avaricia. Segundo, las cinco reglas, que son: purificación interna y externa, conformidad, ardiente aspiración, lectura espiritual y devoción. Tercero, correcto aplomo. Cuando una persona es inofensiva en pensamiento, palabra y acto,cuando es desinteresada y conoce el significado del aplomo —postura emocional así como física— entonces efectivamente puede practicar ejercicios de respiración, bajo instrucción apropiada, y practicarlos con seguridad. Aun entonces sólo conseguirá unificar las energías vitales del cuerpo y llegará a ser un síquico consciente, pero esto puede tener su lugar y propósito, si él se considera un experimentador en investigación.

El no haberse ajustado a los pasos preliminares necesarios ha conducido a dificultad a más de un investigador digno. Es peligroso para una persona emotiva y débil hacer ejercicios de respiración con el fin de apresurar su desarrollo; cualquier instructor que trate de enseñar estos ejercicios a grupos numerosos, como frecuentemente sucede, está creando problemas para él y sus seguidores. Sólo aquí y allá, en los días antiguos, los instructores elegían a un hombre para esta forma de instrucción, y se sumaba a un entrenamiento que había producido una cierta medida de contacto con el alma, de manera que el alma pudiera guiar las energías evocadas por la respiración para el progreso de sus objetivos y para el servicio mundial.

Por lo tanto, no haremos más que observar que nuestra respiración sea tranquila y regular, y entonces retiraremos nuestros pensamientos del cuerpo por completo y empezaremos la tarea de concentración.

El siguiente paso en la práctica de la meditación es el empleo de la imaginación. Nos imaginamos al triple hombre inferior alineado, o en comunicación directa con el alma. Hay varias maneras de hacerlo. A esto lo llamamos trabajo de visualización. La visualización, la imaginación y la voluntadparecen ser tres factores muy potentes en todo proceso creador. Son las causas subjetivas de muchos de nuestros efectos objetivos. Al principio la visualización es en gran parte cuestión de fe experimental. Sabemos que mediante el proceso de razonamiento, llegamos a la comprensión de que dentro y más allá de los objetos manifestados existe un Objeto Ideal o Canon Ideal, que está tratando de manifestarse en el plano físico. La práctica de la visualización, la imaginación y el uso de la voluntad son actividades calculadas para acelerar la manifestación de este Ideal.

Al visualizar, utilizamos nuestra concepción más elevada de lo que ese Ideal pueda ser, revestido de cierto tipo de materia, generalmente mental, pues aún somos incapaces de concebir formas y tipos más elevados de sustancia con la cual envolver nuestras Imágenes. Al imaginar un cuadro, la sustancia mental de nuestra mente establece cierto ritmo de vibración que atrae hacia sí el correspondiente grado de sustancial mental, en que la mente está sumergida. La voluntad mantiene esta imagen fija y le da vida. Este proceso continúa, seamos o no capaces de verlo con el ojo mental. No tiene importancia que no podamos verlo, porque el trabajo creador se realiza igualmente. Quizás alguna vez seremos capaces de seguir y ejecutar conscientemente todo el proceso.

En conexión con este trabajo, en la etapa del principiante, algunas personas se imaginan a los tres cuerpos (los tres aspectos de la naturaleza forma) como vinculados por un cuerpo radiante de luz, o visualizan tres centros de energía vibrante recibiendo estímulo de un centro más elevado y más poderoso; otros imaginan al alma como un triángulo de fuerza al cual está unido el triángulo de la naturaleza inferior —unidos por el “cordón plateado” mencionado en la Biblia cristiana, el sutratma o hilo del alma de las Escrituras orientales, la “línea de vida” de otras escuelas de pensamiento. Aun otros prefieren mantener la idea de una personalidad unificada, unida a la Divinidad que mora internamente y ocultándola dentro de sí, Cristo en nosotros, la esperanza de gloria. Tiene poca importancia la imagen elegida, siempre que comencemos con la idea fundamental del Yo tratando de contactar y utilizar el No-yo, su instrumento en los mundos de expresión humana, y viceversa, con el pensamiento de ese No-yo siendo impelido a volverse hacia su fuente del ser. De este modo, mediante el empleo de la imaginación y visualización, el cuerpo de deseo, la naturaleza emocional, se alinea con el alma. Hecho esto, podemos continuar con nuestro trabajo de meditación. El cuerpo físico y la naturaleza de deseo se sumergen a su vez bajo el nivel de la conciencia, entonces nos centramos en la mente y tratamos de dirigirla a voluntad nuestra.

Precisamente aquí enfrentamos nuestro problema. La mente se niega a amoldarse a los pensamientos que elegimos pensar, y corre por todoel mundo en su acostumbrada búsqueda de material. Pensamos en lo que vamos a hacer durante el día, en lugar de reflexionar sobre nuestro “pensamiento simiente”; recordamos a alguien a quien debemos ver o alguna actividad que demanda nuestra atención; empezamos a pensar en algún ser querido, e inmediatamente descendemos al mundo de las emociones, debiendo empezar el trabajo de nuevo. De manera que ordenamos nuestros pensamientos y comenzamos de nuevo con mucho éxito durante medio minuto, y entonces recordamos una cita, o alguna diligencia que alguien está haciendo para nosotros, y volvemos otra vez al mundo de las reacciones mentales, quedando olvidada nuestra línea de pensamiento elegida. Nuevamente ordenamos nuestras ideas diseminadas y reanudamos nuestra tarea de someter a la mente caprichosa.

“Al principio nuestras concentraciones nos dejan sin aliento por el esfuerzo que ponemos en ellas. Esta rigidez ahuyenta por un tiempo los resultados que buscamos, pero con la práctica a la larga nos volvemos hábiles para mantener una centralización mental con una suerte de contento sin esfuerzo que puede ser fortalecida sin peligro.”

¿Cómo se alcanza este fortalecimiento? Siguiendo una forma o delineamiento en nuestro trabajo de meditación que automáticamente establece un círculo-no-se-pasa alrededor de la mente, y que le dice “llegarás hasta aquí y nada más”. Deliberadamente y con intento inteligente establecemos los límites de nuestra actividad mental en tal forma que nos vemos forzados a reconocer cuando salimos de esos límites. Sabemos entonces que debemos retirarnos nuevamente dentro del muro protector establecido por nosotros mismos.

Extraído de: “Del Intelecto a la Intuición”, Alice Ann Bailey.