Antes de que penetremos más en la consideración de nuestro tema, quisiera enfatizar dos puntos:
Ante todo, que estamos considerando influencias esotéricas y no astrología, per se. Nuestro asunto es: los siete rayos y su relación con las constelaciones zodiacales o —en otras palabras— la interacción de las siete grandes Vidas que informan nuestro sistema solar con las doce constelaciones que componen nuestro zodiaco.
En segundo lugar, que necesariamente tenemos que estudiar estas energías y su interacción desde el ángulo de su efecto sobre el planeta, e incidentalmente, su efecto sobre las formas en los varios reinos de la naturaleza y particularmente en conexión con el cuarto reino, el humano, y con el hombre individual —hombre término medio, el discípulo y el iniciado.
No entraremos en definiciones conectadas con astrología técnica ni usaré los muchos términos técnicos. Si en la presentación de este vasto tema y en el proceso de indicar la actitud de la Sabiduría Eterna hacia esta nueva y venidera (aunque muy antigua) “ciencia de energías efectivas”, como se la ha denominado, puedo presentar un nuevo acercamiento o señalar una relación insospechada y desde el punto de vista de la Sabiduría Eterna corregir aquello que los Instructores en el lado interno de la vida consideran errores, es porque espero que puedan hallarse algunos astrólogos sensitivos a eso que es nuevo. Creo que hay investigadores en líneas astrológicas que tendrán una mente bastante abierta para reconocer hipótesis posibles y luego hacer experimentos aceptables con ellas. Repito: No estoy escribiendo un tratado sobre astrología sino uno sobre los siete rayos y sus energías equivalentes y correspondientes, sobre los efectos de la energía de rayo y la interacción de estas energías con las diversas fuerzas planetarias, particularmente las de la Tierra, y su efecto sobre las mismas. Busco que estos astrólogos imparciales experimenten debidamente con los factores y sugerencias que pueda indicar. Teniendo esto presente, prosigamos.
He señalado que estas energías se dividen en tres grupos:
- Las que provienen de ciertas grandes constelaciones que se encuentran activas en relación con nuestro sistema solar y que, desde los días más antiguos, en mito y leyenda siempre se las relacionó con nuestro sistema. Con estas constelaciones, la nuestra está relacionada de una manera peculiar.
- Las que provienen de las doce constelaciones zodiacales. Se reconoce que tienen un efecto definido sobre nuestro sistema y nuestra vida planetaria.
- Las que provienen de los planetas que se encuentran dentro de la periferia de la esfera de influencia del Sol.
Desde cierto punto de vista, uno puede generalizar en gran medida y decir que en el sistema solar, estas son las correspondencias de los tres grandes centros de fuerza que producen y controlan la manifestación y el progreso evolutivo en el ser humano:
- Las grandes constelaciones exteriores, aunque controladoras, son análogas a ese centro de fuerza que llamamos la Mónada y a su universal voluntad-de-poder que distingue al primer aspecto divino.
- Las doce constelaciones podrían ser contempladas como corporizando el aspecto alma y, para el presente, su efecto sobre el individuo debe ser contemplado y debería ser estudiado en términos de conciencia y del desarrollo de la vida del alma. Esto es en esencia la voluntad-de-amar.
- Los planetas, doce en número (siete planetas sagrados y cinco no sagrados) son efectivos (usando la palabra en un sentido técnico) en relación con la vida externa, el entorno y las circunstancias del individuo. Sus contactos de fuerza debería ser interpretados en gran medida en términos de la personalidad humana, el tercer aspecto divino. Ejemplifican así la voluntad-de-conocer.
Quisiera que recordaran que estoy hablando enteramente en términos de conciencia y de las respuestas y reacciones del individuo a las fuerzas que lo afectan. El efecto de la emanación de nuestro planeta, la Tierra, se corresponde con el efecto de ese agregado de átomos y moléculas que denominamos el cuerpo físico denso y de su respuesta al tirón y la atracción de cualquiera o de todos los cuerpos sutiles.
Respecto a la influencia de los siete sistemas solares, sugeriría (más no puedo hacer) que están vinculados astrológicamente con las constelaciones: la Osa Mayor, las Pléyades y Sirio. Están íntimamente relacionados con ellas, pero su efecto exacto es trasmitido y no puede ser notado como produciendo resultados perceptibles, hasta ahora, sobre la humanidad y los otros reinos en la naturaleza. El efecto de las tres grandes constelaciones tampoco puede ser notado por el hombre individual hasta el momento en que deviene consciente de la vibración monádica, después de la tercera iniciación. Hay muchas influencias potentes aprovechando nuestro sistema solar y el planeta todo el tiempo pero —en lo que al hombre concierne— su aparato de respuesta y su mecanismo de reacción siguen siendo lo que se denomina “ocultamente no responsivos”, pues aún no son de una cualidad que permitirá cualquier reconocimiento perceptible, ya sea en los vehículos densos o en los más sutiles o incluso por el alma. Más adelante en el proceso evolutivo, reconocimiento y respuesta llegarán, pero para todos los propósitos astrológicos y efectos producidos reconocibles, hoy pueden ser juzgados como inexistentes excepto a medida que reaccionan sobre el cuarto reino de la naturaleza, dado que constituye una unidad viviente en el cuerpo del Logos planetario. Tan pequeño efecto consciente es producido por estas fuerzas como el efecto que un elevado momento de contacto en vuestra meditación matutina produce sobre el átomo o célula en el dedo meñique en una de vuestras manos. Puede que haya una respuesta general y estimulación a través del cuerpo entero, pero el átomo inteligente no hace ninguna respuesta consciente. La vibración es de un carácter demasiado elevado.
Especulación a lo largo de estas líneas es inútil. Un vasto sistema de energías entrelazadas está en circulación activa y rápida a través de todo el cuerpo etérico cósmico —del cual nuestro cuerpo etérico sistémico es una parte integral— pero investigación especulativa a lo largo de las líneas indicadas y seguir sendas oscuras son completamente fútiles hasta que la carretera principal de acercamiento ha sido construida y seguida. El esbozo general del camino astrológico es todo lo que es posible hoy, hasta el momento en que el hombre pueda pensar en totalidades más grandes y tenga una capacidad más sintética. Nos limitaremos al vasto campo de energías que esbocé para vuestra consideración, y consideraremos sólo las fuerzas mayores que están en circulación. Esto bastará para nuestro día y generación. Nos conciernen energías que pueden evocar y efectivamente evocan respuesta y de las cuales el hombre puede percatarse y, en muchos casos, se percata hoy.
Extraído de: Astrología Esotérica, Alice Ann Bailey


