EL SERVIDOR Buena Voluntad en Acción (blog)

La revista “EL SERVIDOR”, impresa en papel entre 1993 y 2015 por Fundación Lucis y distribuida gratuitamente por América Latina, surge inspirada en antiguas publicaciones como las revistas “Sophia” y “Conciencia”, publicadas entre los años treinta y cuarenta del siglo XX por el grupo de servidores formado por Francisco Brualla, muchos años antes de que Fundación Lucis fuera constituida por sus sucesores (en 1957).
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Esta sección del sitio le da continuidad al servicio, complementando y nutriendo ese impulso inicial, en el marco del Propósito y Valores enunciados
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BUENA VOLUNTAD

“Todos los hombres, en conjunto, hoy se dan cuenta de la necesidad de elevarse fuera de la prisión del propio interés y de lograr la libertad de compartir la oportunidad; el factor que traerá esta resurrección es la buena voluntad. Esta buena voluntad mundial, cuando está verdaderamente establecida y correctamente organizada, es el paso preliminar y necesario para la revelación, porque esa revelación venidera compartida por los hombres de todas partes, será planetaria.”

Los Rayos y las Iniciaciones, Un Tratado sobre los Siete Rayos, Tomo V

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INDICE

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LA CIENCIA DEL SERVICIO

Hemos expresado nuestra creencia de que una de las principales ciencias de la era venidera se erigirá alrededor de la prestación de un servicio activo. Hemos utilizado la palabra “Ciencia” porque el servicio, como cualidad espiritual, será rápidamente reconocido como expresión fenoménica de una realidad interna, y cuando se comprenda correctamente lo que significa servir, se revelarán muchas cosas sobre la naturaleza del alma. Servir es un método que produce resultados fenoménicos externos y tangibles en el plano físico; llamo la atención sobre esto porque evidencia su cualidad creadora. Por virtud de esta cualidad creadora, el servicio finalmente se considerará una ciencia mundial. Es un anhelo, un impulso y una importante energía creadora. Esta cualidad creadora ha sido ya vagamente reconocida en el mundo de los asuntos humanos con diversos nombres, tal como la ciencia de entrenamiento vocacional. No hay falta de reconocimiento del ímpetu proveniente de una correcta comprensión de las relaciones sociales y su estudio. También se está estudiando mucho en esta misma línea en conexión con la criminología y el correcto manejo de la juventud de cualquier nación y grupo nacional.

El servicio es, por excelencia, la técnica de correctas relaciones grupales, sea la correcta orientación de un niño antisocial en una familia, la inteligente asimilación de un alborotador en un grupo o el manejo de los grupos antisociales de nuestras grandes ciudades, la técnica correcta a emplear en la orientación de los niños en nuestros centros educativos o la relación entre los partidos religiosos y políticos o entre nación y nación. Todo esto es parte de la nueva y creciente Ciencia del Servicio. La imposición de esta ley del alma traerá finalmente la luz a un mundo perturbado y liberará las energías humanas en correctas direcciones. Sólo es posible dar breves indicaciones sobre esto. El tema es demasiado vasto pues incluye el despertar de la conciencia espiritual con sus correspondientes responsabilidades y soldar al individuo a un grupo despierto; implica también la imposición de un ritmo nuevo y más elevado en los asuntos mundiales. Constituye en consecuencia un esfuerzo científico definido y merece la atención de las mejores mentes. También demandará finalmente el esfuerzo consagrado de los discípulos mundiales.

Hay un punto de peligro en cada vida cuando se capta la teoría del servicio y se reconoce la ley superior; entonces la cualidad imitadora de la personalidad, su naturaleza simiesca, y el entusiasmo de una aspiración de alto grado pueden fácilmente confundir la teoría con la realidad, y las acciones externas de la vida de servicio con la natural y espontánea afluencia de la vida del alma a través de su mecanismo de expresión.

Sicología Esotérica, Tomo II de Un Tratado sobre los Siete Rayos

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LA BASE DEL SERVICIO

Existe una correlación, o quizás sería mejor decir una retroalimentación, entre la evolución y el servicio. A medida que lleva a cabo un servicio impersonal, altruista e inteligente, el hombre evoluciona, es decir, extiende los límites de su conciencia; a su vez, cada expansión de conciencia supone un incremento en la capacidad de servir, y por consiguiente, un acrecentado campo de servicio. Se puede caer en el error de considerar que expandir el horizonte de nuestra conciencia constituye un fin en sí mismo, cuando en verdad nuestra única meta debería ser el realizar el mejor aporte al Plan Divino para la evolución de la Humanidad y de la Tierra. De otro modo, sería lo mismo que aquel que siguiera una carrera universitaria se contentara con obtener el título, y nunca se dedicara a ejercer su profesión.

Deberíamos recordar las palabras de Jesús: “El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28). Por otra parte, lo primero que hizo Jesús luego de pronunciar estas palabras fue devolverles la vista a dos ciegos, lo cual es simbólico de despertarlos a la realidad espiritual. En esta alegoría está expresado cuál es el mayor servicio que podemos prestarle a otro ser humano, que es ayudarlo a dirigirse de lo irreal a lo Real, de la oscuridad a la Luz, y de la muerte a la Inmortalidad. El Maestro Koot Hoomi le transmitía este concepto a su discípulo Alcyone, mientras lo preparaba para la primera Iniciación, con palabras muy parecidas a estas: “Alimentar a un pobre es bueno, útil y noble; pero alimentar su alma es todavía más noble y más útil que alimentar su cuerpo. Cualquier rico puede alimentar el cuerpo de un necesitado, pero tan sólo los sabios pueden alimentar su alma. Si sois sabios, vuestro deber es ayudar a otros en el logro de la sabiduría”.

Aquel que ha tomado contacto con la “Verdad”, ya sea porque alguien se la transmitió o por divina revelación, debe compartir ese “tesoro” con los demás, y no conservarlo para sí mismo. Nada nos pertenece en este mundo, y mucho menos el tesoro del conocimiento. Aquello que se comparte se multiplica, mientras que todo lo que intentemos conservar para el ego separado inevitablemente lo perderemos.

Tanto Jesús como el Buddha Gautama, además de Horus, Krishna, Mitra y muchos otros de los llamados “Salvadores” de la humanidad, tuvieron discípulos que los siguieron y a quienes intentaron transmitirle su manera de vivir y concebir la espiritualidad. Sigamos ese ejemplo y esforcémonos en prestar cada día un mejor y más amoroso servicio, sin enfocarnos en los resultados, sin esperar recompensas, y sólo estando pendientes de ser a cada momento mejores herramientas para el beneficio del Todo.

Un Estudiante

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LA CIENCIA DEL TRABAJO SUBJETIVO

Estamos entrando a una era científica, pero será una ciencia que sale del impasse que ahora ha alcanzado y que —habiendo penetrado como lo ha hecho en el reino de lo intangible— comenzará a trabajar mucho más subjetivamente que hasta ahora. Reconocerá la existencia de sentidos que son súper-sensoriales, los cuales son ampliaciones de los cinco sentidos físicos, y esto se impondrá a la ciencia debido a la gran cantidad de personas fidedignas que los poseerán y que podrán trabajar y vivir en los mundos de lo tangible y lo intangible simultáneamente. La gran cantidad de testimonio acreditado resultará incontrovertible. En el momento en que se pruebe que el subjetivo mundo de causas existe (y esto llegará mediante la irrefutable evidencia de los sentidos ampliados del hombre), la ciencia entrará en una nueva era; su foco de atención cambiará; las posibilidades de descubrimiento serán inmensas y el materialismo (como ahora se comprende esa palabra) desaparecerá. Hasta la palabra “materialismo” se volverá obsoleta y a los hombres en el futuro les divertirá la limitada visión de nuestro mundo moderno y se preguntarán por qué pensábamos y sentíamos como lo hicimos.

El Destino de las Naciones

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EL ESPÍRITU DE RELACIÓN

Octubre de 2015

La Sabiduría Eterna sostiene que la naturaleza de la VIDA UNA es eterna y se mueve incesantemente y que detrás de las escenas de este movimiento se halla un poder rector que establece patrones de orden, en caso contrario sería un caos perpetuo.


Este es el Espíritu de Relación que aplica un movimiento espiral al mar de átomos que giran; de esta manera los reúne en disposiciones específicas para que la Vida pueda habitar en ellas. Actualmente, la ciencia está familiarizada con este patrón de estructuras espirales en la conocida doble hélice de filamentos del ADN, que es el responsable de la manera en que los organismos son creados, informados y sostenidos. Y un fuego espiral hace del ADN una interfaz para que actúe entre los componentes físicos y subjetivos de todos los organismos, a saber, es el Espíritu de Relación que conecta la vida consciente con la forma en la cual reside.


Las enseñanzas de la Sabiduría Eterna proporcionan una comprensión más profunda del Espíritu de Relación; ellas aluden a lo que se conoce como Rayo de Amor‐Sabiduría. El estudio sobre ello nos ayuda a ampliar nuestra interpretación de esta energía divina edificante. Esto es esencial para comprender lo que es el «amor», porque a menudo el conocimiento que tenemos de él está distorsionado por nuestras interpretaciones emocionales, y también lo confundimos con el deseo. Peor aún, el apego fanático a lo que es amado ha conducido a la intolerancia religiosa y al fundamentalismo extremo en muchas partes del mundo, como sabemos muy bien. Por otra parte, los grandes líderes espirituales demuestran un amor desapasionado e integral, en el que la autoidentidad se expande para incluir a todos los otros yoes como parte de uno mismo. Este tipo de amor centra su esfuerzo en servir a la vida evolutiva dentro de todas las formas; es sabiduría compasiva, es la esencia del Espíritu de Relación.


En sus escritos, Alice Bailey señala que los grandes mensajeros de la Deidad han aparecido cíclicamente en la Tierra para impartir una enseñanza adecuada a los pueblos de la época; y el momento para otra de estas apariciones se está aproximando. Esta vez el Avatar que viene impartirá el «fuego del amor», un amor que «consumirá todas las barreras en la naturaleza humana, derrumbará todos los muros de separación entre los individuos, grupos y naciones». Sin embargo, esto solo podrá suceder cuando la «voluntad de amar con esencia ardiente» esté presente, en cierta medida, en la vanguardia de la humanidad. De esta manera, la afluencia de energía entrante puede ser aminorada y, de este modo, asimilada sin peligro por todos.


Por lo tanto, esta responsabilidad de preparar el camino recae sobre las personas de mente espiritual del mundo. Lo que se pide a cada uno es que tenga «la amorosa intención de encender todo el mundo con el espíritu de relación, comenzando por uno mismo, la propia familia y el grupo inmediato». Un número cada vez mayor de personas ya están comprometiéndose en ejercer el uso de este fuego de amor y, de este modo, están conduciendo a la humanidad hacia un nuevo renacimiento espiritual, por ejemplo, quienes trabajan en los principales movimientos y organizaciones, como las Naciones Unidas y las muchas ONG en todo el mundo. A través de sus esfuerzos, apoyados por las personas de buena voluntad, se están cumpliendo constantemente las condiciones necesarias para la reaparición de un instructor mundial.


En palabras de Alice Bailey, estamos viviendo en un tiempo de preparación, que debe dedicarse a «la reconstrucción del santuario de la vida del hombre y de la forma de vida de la humanidad, a la reconstitución de la nueva civilización sobre los cimientos de la antigua y a la reorganización de la estructura del pensamiento y de la política mundiales, más la redistribución de los recursos mundiales, de acuerdo con el propósito divino. Solo entonces será posible llevar la revelación más adelante». (El Destino de las Naciones, p.106 ed. Inglesa)


Independientemente de lo que esta revelación pueda ser, ella implicará, sin duda alguna, la naturaleza del fuego espiritual y convertirá a la humanidad en una comunidad mundial vitalizada con el espíritu de compartir, hará circular libremente todas las cosas que se consideran esenciales para que cada hombre, mujer y niño puedan crecer en la luz. Además, anunciará una reforma mágica en la que la conciencia del reino humano será transmutada en algo «nuevo» para avanzar unidos en los misterios del ser.

En el amor ardiente del servicio grupal, Lucis Trust.

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UN CUENTO RELATADO POR CHUANG-TZU SOBRE LA RELACIÓN Y LA VIDA UNA

“Un carpintero ambulante, llamado Piedra, vio en sus viajes un gigantesco y añoso roble que se levantaba en un campo junto a un altar hecho de tierra. El carpintero dijo a su aprendiz, el cual admiraba el roble: ‘Ése es un árbol inútil. Si quieres hacer un barco, pronto se pudriría; si quieres hacer aperos se romperían. No puedes hacer nada que sea útil con ese árbol y por eso ha llegado a ser tan viejo’.

“Pero en una posada, aquella misma noche, cuando el carpintero se fue a dormir, el roble añoso se le apareció en sueños y le dijo: ‘¿Por qué me comparas con vuestros árboles cultivados tales como el espino blanco, el peral, el naranjo y el manzano y todos los demás que dan fruta? Aún antes de que se pueda recoger el fruto, la gente los ataca y los viola. Sus ramas gruesas están desgajadas; sus ramillas, rotas. Su propio fruto les acarrea el daño y no pueden vivir fuera de su espacio natural. Esto es lo que ocurre en todas partes y por eso hace tanto tiempo que intenté convertirme en completamente inútil. ¡Tú, pobre mortal! ¿Te imaginas que si yo hubiera sido útil de alguna forma hubiera alcanzado tal tamaño? Además, tú y yo somos dos criaturas y ¿cómo puede una criatura elevarse tanto como para juzgar a otra criatura? Tú, hombre mortal útil, ¿qué sabes acerca de los árboles inútiles?’

“El carpintero se despertó y meditó sobre su sueño y, después, cuando su aprendiz le preguntó por qué precisamente ese árbol servía para proteger el altar, le respondió: ‘¡Calla la boca! ¡No quiero oír hablar más sobre eso! El árbol crece aquí a propósito porque en cualquier otro sitio la gente le hubiera maltratado. Si no fuera el árbol del altar, le hubieran convertido en leña’.”

Extraído de “El hombre y sus símbolos”, Carl G. Jung. Ed. Caralt, Barcelona, 1997. p. 164

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PÁRRAFOS PARA REFLEXIONAR

Sólo unos pocos, aquí y allá, captan realmente la visión del futuro y comprenden lo que está pasando, viendo verdaderamente la belleza del plan emergente. Es con estos pocos que los Miembros de la Jerarquía pueden trabajar porque ellos (aunque carezcan de comprensión) no tienen mala-voluntad alguna ni odio a otros. El amor es el gran unificador e intérprete.

El Destino de las Naciones

El temor debe ser sustituido por esa paz que es privilegio de quienes viven siempre en la Luz de lo Eterno; la inquietante expectativa tendrá que ser sustituida por esa seguridad placentera, aunque activa, del objetivo final que proviene de la visión del Plan, del contacto con otros discípulos y luego con el Maestro. El deseo de posesiones materiales debe ser reemplazado por la aspiración a esas posesiones que son la alegría del alma —sabiduría, amor y poder para servir. ¡Paz, seguridad y correcta aspiración!

Un Tratado sobre Magia Blanca

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EL PROBLEMA DEL DINERO

… el dinero es la consolidación de la energía amorosa y viviente de la divinidad, y… cuanto mayor sea la comprensión y expresión del amor, tanto más libremente afluirá lo necesario para llevar a cabo el trabajo. Ustedes trabajan con la energía del amor y no con la energía del deseo, reflejo o distorsión del amor. Creo que si reflexionan sobre esto, verán el camino con mayor claridad.

El dinero ha sido desviado hacia fines totalmente materiales, aun en sus objetivos filantrópicos. El uso más espiritual que ahora se encuentra en el mundo es la aplicación de dinero para los propósitos de la educación. Cuando se aparte al dinero de la construcción del aspecto forma y del logro exclusivo del bienestar material de la humanidad, y se lo desvíe de sus canales actuales, hacia fundamentos verdaderamente espirituales, se hará mucho bien, los fines filantrópicos y los objetivos educativos no sufrirán y se dará un paso adelante. Este momento no ha llegado todavía, pero la espiritualización del dinero y su acumulación en grandes cantidades para el trabajo de los Grandes Seres, los Discípulos del Cristo, es parte de un servicio mundial muy necesario y ahora puede hacerse un comienzo satisfactorio, pero debe ser llevado adelante con visión espiritual, correcta técnica y verdadera comprensión. Pureza de móvil y altruismo, se dan por sentado.

La Exteriorización de la Jerarquía

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Podríamos decir que el tema económico está en la base de todos los conflictos humanos actuales. Vemos a diario el desplazamiento de grandes masas de seres humanos en busca de condiciones de vida en las que el hambre, la enfermedad y la desolación no sean el único sino posible. Líderes religiosos y políticos, con amplia visión de totalidad y por lo tanto humanitaria, hacen constantes llamados a la reflexión y a la pronta acción tendiente a modificar ciertas tendencias económicas y poner fin a prácticas que tanto sufrimiento siguen causando a millones de seres humanos. Guerras, codicia y expansión territorial (oscuros residuos del pasado) se desatan por dinero. La sensación general de apremio es muy grande y muy cierta respecto de todos estos temas y todo espíritu sensible se rebela ante esto. ¿No habrá llegado el momento de revelarse para trasformar definitivamente las condiciones que promueven esto: egoísmo y ambición material?

El problema es tan vasto, tan complejo en sus implicaciones, que se hace necesaria una visión mayor y más profunda que nos permita salir de los lugares comunes a los que generalmente arribamos al meditar sobre el tema económico y el dinero, como resultado de nuestra limitada visión y comprensión de la totalidad. Para esto, la nueva edición del libro “Los Problemas de la Humanidad ” abre una puerta a esa comprensión que todo pensador inteligente necesita para llegar a ser cooperador en el Plan. Allí leemos que:

“Hoy los hombres y mujeres en todas partes —en lo alto y en lo bajo, en cada nación, comunidad y grupo— están presentando una visión de rectas relaciones humanas que deben constituir el estándar para el futuro del género humano. Por todas partes ellos están exponiendo los males que deben ser eliminados e incesantemente están educando en los principios de la Nueva Era a todos los que encuentran. Esta masa de hombres es lo que importa. En política hay grandes y sabios estadistas que están tratando de guiar sabiamente a su pueblo pero todavía tienen mucho con lo que lidiar… Hay educadores, escritores y conferencistas esclarecidos en todos los países, que están procurando mostrar al pueblo cuán práctico es el ideal, cuán disponible la buena voluntad en la humanidad y cuán fácilmente se aplican estos ideales cuando hay suficientes hombres y mujeres de buena voluntad en el mundo para forzar la emisión. Este es el factor importante.

También hay científicos, médicos y agricultores que han dedicado su vida al mejoramiento del vivir humano; hay eclesiásticos en todos los credos que siguen sinceramente los pasos del Cristo (aunque ellos no son los líderes) y que repudian el materialismo que ha arruinado a las iglesias; hay incontables millones de hombres y mujeres de poca importancia que ven verdaderamente, piensan con claridad y trabajan duro en sus comunidades para establecer rectas relaciones humanas. Todos desean seguridad, felicidad y relaciones pacíficas. Pero no habrá paz hasta que las Grandes Potencias, en colaboración con las naciones pequeñas, hayan resuelto el problema económico y comprendido que los recursos de la tierra no pertenecen a nación alguna sino a toda la humanidad. El petróleo del mundo, la riqueza mineral, el carbón, el trigo, el azúcar y los granos pertenecen a todos los hombres en todas partes. Son esenciales para el diario vivir del hombre cotidiano.”

Debemos comenzar formulándonos y respondiéndonos honestamente las preguntas de la meditación: ¿cuál es mi responsabilidad personal frente al dinero que pasa por mis manos? ¿lo considero como un haber espiritual o como algo material?

Antes de cooperar en la reorientación del dinero, debemos reorientarnos a nosotros mismos.

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PRINCIPIOS ESPIRITUALES EN ACCIÓN
(dos ejemplos del ámbito artístico)

El primero, referido al terreno literario. Se trata del cuento “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” de Jorge Luis Borges, en el que el autor narra la decisión de dos amigos escritores de “inventar” -a modo de broma- un mundo, e intercalar sus datos (historia, geografía, cultura, etc.) entre las páginas de una prestigiosa enciclopedia. Es así que comienzan a crear en su imaginación todos los componentes que podrían llegar a existir en ese mundo, al que bautizan “Tlön”. La narración concluye afirmando que algunos de los objetos “inventados” por aquellos escritores comienzan a irrumpir en la realidad objetiva de ”su” propio mundo, de forma real y tangible. Este cuento, que he resumido a la mínima expresión, puede ser analizado como una representación del poder de la visualización y la imaginación creativa, de cómo el mundo de las causas se encuentra en el plano de los arquetipos mentales, y que toda realidad objetiva es el producto de una causa subjetiva originada en la mente.

El segundo, corresponde al mundo del cine. Es una alusión al film “El show de Truman” del director Peter Weir, en el que un hombre es criado en cautiverio, desde su nacimiento, en un set de televisión que transmite durante las 24 horas todas las vicisitudes de su vida, a modo de “reality show”. Esta persona, llamada Truman (que es un juego lingüístico que en inglés suena igual que “true man” u “hombre verdadero”) crece desconociendo su condición de cautivo, hasta que un día comienza a sospechar de la consistencia de la realidad que lo circunda y emprende una aventura que terminará por liberarlo. El director del programa elige cada uno de los sucesos que se irán presentando en la vida del protagonista. Su nombre es más que sugestivo: “Christof”. La película es un símbolo de lo que los hindúes llaman “Maya”, la ilusión, aquello que fuera alegorizado por Platón como “la caverna”. El Cristo Interno es el verdadero Yo, guiando al protagonista de la película hacia su liberación final de la ilusión.

Un Estudiante

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EL HOMBRE Y SUS SÍMBOLOS

… un rito o costumbre religiosa puede surgir directamente de una revelación inconsciente tenida por un solo individuo. Aparte de tales comienzos, la gente que vive en grupos culturales desarrolla sus diversas actividades religiosas, de tan enorme influencia, en la vida entera de la sociedad. Durante un largo proceso de evolución, el material originario se moldea y remoldea con palabras y acciones, se embellece y va adquiriendo formas definidas. Sin embargo, el proceso de cristalización tiene una gran desventaja. Se va aumentando el número de gentes que no conocen directamente la experiencia original y sólo pueden creer lo que sus mayores y maestros les cuentan sobre ella. Ya no saben que tales hechos son reales y, desde luego, ignoran qué se siente durante esa experiencia.

En sus formas presentes, archielaboradas y demasiado viejas, tales tradiciones religiosas se resisten con frecuencia a nuevas alteraciones creadoras del inconsciente. A veces, los teólogos defienden, incluso esos “verdaderos” símbolos religiosos y doctrinas simbólicas contra el descubrimiento de una actividad religiosa en la psique inconsciente, olvidando que los valores por los que luchan deben su existencia a esa misma actividad. Sin una psique humana que reciba las inspiraciones divinas y las exprese en palabras o las plasme artísticamente, ningún símbolo religioso habría perdurado.

Si alguien objetara que hay en sí misma una realidad religiosa, independiente de la psique humana, sólo podríamos contestarle con esta pregunta: “¿Quién dice eso sino una psique humana?”. Sin importar lo que afirmemos, nunca nos podremos librar de la existencia de la psique, porque estamos contenidos dentro de ella y es el único medio con el que podemos captar la realidad.

Por tanto, el moderno descubrimiento del inconsciente cierra una puerta para siempre. Excluye definitivamente la idea ilusoria, tan favorecida por algunas personas, de que el hombre puede conocer la realidad en sí misma. También en la física moderna se ha cerrado otra puerta con el “principio de indeterminación” de Heisenberg, dejando fuera el error de que podemos comprender una realidad física absoluta. El descubrimiento del inconsciente, sin embargo, compensa la pérdida de esas bien amasadas ilusiones al abrirnos un inmenso e inexplorado campo de percepciones.

Pero, como dije al principio, es prácticamente imposible comunicar toda la realidad de nuestra experiencia en el nuevo campo. Gran parte de ella es única y sólo parcialmente se puede comunicar con palabras. También aquí se ha cerrado una puerta ante la ilusión de que podemos entender totalmente a otra persona y decirle lo que le conviene. Una vez más, sin embargo, se puede encontrar una compensación de eso en el nuevo reino de la experiencia con el descubrimiento de la función social del “sí-mismo”, que labora en forma oculta para unir a individuos separados que tienen que estar juntos.

La charla intelectual se reemplaza de ese modo con hechos significativos que ocurren en la realidad de la psique. De ahí que, para que el individuo entre en serio en el proceso de individuación que hemos diseñado, ha de proponerse una orientación nueva y diferente hacia la vida. También el científico ha de proponerse una forma nueva y diferente de acercarse científicamente a los hechos externos. Qué efectos tendrá eso en el campo del conocimiento humano y en la vida social de los seres humanos es algo que no puede predecirse. Pero nos parece cierto que el descubrimiento de Jung acerca del proceso de individuación es un hecho que las generaciones futuras tendrán que tener en cuenta si quieren evitar desviarse hacia una visión estancada o, incluso, regresiva.

El Proceso de Individuación, por Marie-Louise von Franz (“El hombre y sus símbolos”, Carl G. Jung. Ed. Caralt, Barcelona, 1997. pp. 227/8)

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La función del Cristianismo

… los pensadores modernos harían bien en tener en mente que la importancia del cristianismo radica en la conciencialización de que es una religión puente. Esto lo simboliza para nosotros el hecho de que el Maestro de todos los Maestros tomó encarnación en Palestina, ese pedazo de tierra que está a mitad de camino entre Asia y Europa y que comparte el carácter de ambas. El cristianismo es la religión del período de transición que vincula la era de existencia consciente-de-sí con la de un mundo consciente-del-grupo. Subsiste en la era que verá prevalecer ese tipo de pensamiento que (correctamente aplicado) servirá como el eslabón conector entre los mundos de la mente concreta y de la mente abstracta…

El cristianismo es principalmente una religión de clivaje, demostrando al hombre su dualidad y así sentando la base para unidad futura. Esta es una etapa muy necesaria y ha servido bien a la humanidad; el propósito e intención del cristianismo ha sido definido y elevado, y ha efectuado su trabajo divino. Hoy está en proceso de ser reemplazado, pero aún no se revela qué nueva formulación de la verdad lo reemplazará. La luz está lentamente afluyendo en la vida del hombre, y en esta radiancia iluminada él formulará la nueva religión y arribará a una nueva enunciación de la antigua verdad. A través del lente de la mente iluminada, en breve verá aspectos de divinidad hasta ahora desconocidos. ¿Alguna vez se les ha ocurrido que pueden haber cualidades y características de la naturaleza divina, latentes aún dentro de la forma, que hasta ahora han permanecido totalmente desconocidas y ni siquiera tenuemente sentidas, y las cuales, aún, son literalmente sin precedentes, y para las cuales no tenemos ni palabras ni otro medio adecuado de expresión? Así es. Del mismo modo que la frase “conciencia-grupal” no trasmitiría significación alguna en absoluto para el hombre primitivo y hubiera sido sólo una serie de formas alfabéticas sin sentido, así (persistiendo justo debajo de la superficie de nuestro mundo manifestado) residen cualidades divinas y un propósito que dista tanto de la conciencia de nuestra humanidad actual como la idea de concienciación colectiva distó de la conciencia de la humanidad prehistórica. Saquen fuerzas de este pensamiento. El pasado garantiza la infinita expansión del futuro.

Sicología Esotérica, Tomo I de Un Tratado sobre los Siete Rayos

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EL PATITO FEO

Este cuento tradicional contiene interesante simbología respecto del Sendero de Sabiduría que intentaremos develar.
Gran cantidad de relatos míticos y legendarios giran en torno de algún personaje heroico, que atraviesa una serie de experiencias de transformación. En este caso, el héroe en cuestión es un supuesto “patito”.


Lo primero que relata el autor es el “nacimiento” del personaje, luego de lo cual aparecen dudas respecto de su origen, ya que es muy diferente del resto de sus “hermanos”. En muchas tradiciones aparece este componente, según el cual, el héroe es adoptado por una familia, y crece desconociendo su verdadera identidad. Por citar algunos ejemplos podemos hablar de Moisés, Gilgamesh, Ciro, Krishna, Lohengrin, Tristán, Hércules, Perseo, el Rey Arturo y muchos otros. Este hecho simboliza una realidad inherente a todo ser humano, ya que, en cierta forma, todos somos hijos adoptivos. Nuestros padres biológicos sólo colaboran en la formación del cuerpo físico, mientras que nuestro verdadero Padre es Dios, quien nos crea a su imagen y semejanza, es decir, como seres espirituales.

Por otra parte, siempre que se habla del nacimiento, en este tipo de historias, debe tomarse como un símbolo del Nacimiento Espiritual, o 1ª Iniciación, en la que el discípulo comienza su peregrinaje espiritual.


Los sucesos posteriores marcan el nudo argumental del relato, y están referidos al profundo rechazo que el mundo circundante le propina al inocente polluelo, sólo por ser diferente del resto. El “Patito” no logra asimilar lo que sucede, comienza a comprender que no pertenece a ese mundo, pero no alcanza a darse cuenta de su verdadera naturaleza, y lo embargan la pena y la confusión. Por esta situación pasan muchos discípulos al dar sus primeros pasos en el Sendero. El Alma no ha establecido aún el control sobre los cuerpos inferiores, y la atención del estudiante oscila entre su elevada aspiración, y las atracciones del mundo objetivo. Esto genera una sensación de confusión y duda respecto de su identidad y sus objetivos. El Maestro Tibetano se refiere a este punto en el “Tratado sobre Magia Blanca”: “Se establece el difícil proceso de reorientación hacia un nuevo mundo, un nuevo estado de ser y de conciencia y, puesto que el mecanismo de respuesta sutil interno sólo está en embrión, existe una devastadora sensación de pérdida”.

Cansado de las burlas y el maltrato el Patito decide alejarse de su casa natal y emprender el viaje hacia lo desconocido. Este suceso es simbólico del cambio de orientación que todo discípulo debe realizar a la hora de decidirse por el camino del espíritu. Debe dejar atrás “su mundo habitual” con sus consabidas atracciones, para lanzarse con decisión a un camino que, en un comienzo, aparece como incierto.


Luego de atravesar varias desventuras, el autor narra el incidente en que el pequeño pato ve desde lejos a un grupo de cisnes. Se queda maravillado contemplándolos, con un extraño sentimiento, que le revela que no le será posible olvidarse de aquellas majestuosas aves. Este episodio es representativo del sentimiento que todo discípulo tiene respecto de los Grandes Seres. Constituyen la meta de su aspiración, aunque la conciencia de sus faltas le dice que aún está muy lejos de realizarla.


Por fin llegamos al final de la historia, que rebosa de simbolismo. Con la llegada de la primavera, el “pato”, ya más crecido y fuerte, decide nadar en un estanque. Allí se encuentra con tres hermosos cisnes. Si bien aún lo embargan las dudas, decide acercarse a ellos, a riesgo de ser rechazado nuevamente. Los cisnes lo reciben con alegría, y él descubre, al ver su propia imagen reflejada en aquel lago, que también es un cisne como ellos, y se estremece de felicidad.


La primavera es un símbolo de renacimiento y resurrección, de hecho la festividad de la Pascua, que conmemora la Resurrección de Jesús, está asociada al equinoccio de primavera. Por otro lado, encontramos en el final del relato un símbolo de transfiguración, en el que el “Patito feo” se convierte en un esplendoroso cisne. Esto es simbólico de la 3ª Iniciación, en la que la entera personalidad queda transfigurada por la radiante Luz del Alma, quien finalmente logra dominar por completo a la personalidad e imponer sobre ella su elevada vibración, definitivamente. En la tradición oriental, esta iniciación recibe el nombre de “Hamsa”, que en sánscrito quiere decir, precisamente, cisne.


Este cuento nos enseña que más allá de las dificultades que puedan aparecer en el Sendero de Realización, siempre debemos seguir adelante, confiados del logro final, sin desfallecer, ni renunciar. De esa forma, en algún día cercano o lejano, descubriremos con asombro que todos aquellos aparentes contratiempos contenían la semilla de nuestra propia transfiguración. Y así lo describe Andersen, casi al final de su historia: “Entonces recordó con gozo todas las penalidades y privaciones pasadas; sólo ahora comprendía su felicidad, ante la magnificencia que lo rodeaba”.

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AMOR Y TEMOR – FE Y AGNOSTICISMO

El Apocalipsis es, de una parte, tan personal y, de otra, tan arquetípico y colectivo, que es necesario tener en cuenta ambos aspectos. El interés moderno se inclinaría en primer lugar por la persona de san Juan. Como ya hemos indicado, no es imposible que el san Juan autor de las Epístolas sea el mismo autor del Apocalipsis. El diagnóstico psicológico habla en favor de esta suposición. La “Revelación” fue experimentada por un cristiano primitivo que, probablemente, era una autoridad y tenía que llevar una vida ejemplar y dar a su comunidad ejemplo de las virtudes cristianas de la fe ortodoxa, de la humildad, de la paciencia, de la entrega, del amor desinteresado y de la renuncia a todos los placeres del mundo. A la larga esto puede ser demasiado aun para el mejor de los hombres. La inestabilidad, el mal humor y los arrebatos afectivos son los síntomas clásicos de la “virtuosidad” crónica. 1 En lo referente a su actitud cristiana nos ilustran mejor que nada sus propias palabras:

“Carísimos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Cualquiera que ama, es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios… En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros y ha enviado a su Hijo, en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos ha amado, debemos también nosotros amarnos unos a otros… Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor. Y el que vive en amor, vive en Dios y Dios en él… En amor no hay temor… el que teme, no está perfecto en el amor… Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso… Y nosotros tenemos este mandamiento de él: que el que ama a Dios ame también a su hermano” (1 Juan IV, 7-21).

Pero ¿quién es el que odia a los nicolaítas? ¿Quién es el deseoso de venganza y el que quiere arrojar a Jezabel en la cama y hacer morir a sus hijos? ¿Quién es el que no se sacia de fantasías sangrientas? Mas seamos psicológicamente exactos: no es la conciencia de san Juan la que imagina estas fantasías, sino que son éstas las que irrumpen en ella en una “revelación” violenta, la asaltan con una vehemencia no querida y no esperada, y con una intensidad que, como ya hemos indicado, sobrepasa todo lo que podría esperarse normalmente como compensación de una actitud de conciencia a un poco unilateral.

Yo he conocido muchos sueños compensadores de cristianos creyentes, los cuales se engañaban acerca de su real contextura anímica e imaginaban tener una constitución distinta de la que correspondía a la realidad. Pero no he visto jamás nada, a no ser que se tratase de psicosis graves, que pueda compararse ni de lejos a la brutal antinomia de la “Revelación” de san Juan. Pero san Juan no da motivos para diagnosticarle una psicosis grave; el Apocalipsis no es suficientemente confuso, es demasiado coherente, no es suficientemente subjetivo y obtuso para ello. Sus afectos son los que corresponden a su objeto, y no es necesario que su autor fuese un psicópata desequilibrado. Basta con que fuese un hombre apasionadamente religioso, con una psique normal en lo demás. Sin duda el autor del Apocalipsis tuvo una relación intensa con Dios, y ésta le expuso al peligro de una erupción de sentimientos que sobrepasan todo lo personal. El hombre realmente religioso, al que se le da simultáneamente la posibilidad de dilatar insólitamente su conciencia, tiene que contar con estos peligros.

La finalidad de las visiones apocalípticas no es dar a conocer al hombre normal San Juan las sombras que se escondían bajo su naturaleza luminosa, sino abrir al vidente la perspectiva de la inconmensurabilidad de Dios, pues el que ama conoce a Dios. Puede decirse que, precisamente porque San Juan amaba a Dios y hacía todo lo posible por amar a sus prójimos, le fue concedida la “gnosis”, el conocimiento de Dios, y que, al igual que Job, vivió el tremendo carácter terrorífico de Yavé. Así vio que su evangelio del amor era unilateral, y lo completó con el evangelio del temor: Dios puede ser amado y debe ser temido.

Con esto el campo de visión de san Juan se extiende más allá de la primera mitad del eón cristiano. San Juan presiente que, después de un milenio, comenzará la época del Anticristo; esto es una clara señal de que Cristo no es un vencedor absoluto y total. San Juan es un precursor de los alquimistas y de Jacob Boehme. Acaso san Juan siente también su implicación en el drama divino cuando preanuncia la posibilidad del nacimiento de Cristo en el hombre, cosa que presintieron también los alquimistas, el maestro Eckhart y Ángelus Silesius. De esta manera, san Juan esbozó el programa de todo el eón de los peces con su dramática enantiodromía y su oscuro fin, que todavía no hemos vivido, y ante cuyas posibilidades verdaderamente apocalípticas el hombre se estremece. Los cuatro funestos jinetes, los amenazadores toques de las trompetas, las copas de la cólera que han de ser vertidas sobre el mundo: todo esto es algo ya inminente, es algo todavía inminente. La bomba atómica está suspendida sobre nuestras cabezas como una espada de Damocles, y detrás de ella acechan las posibilidades, incomparablemente más terribles, de la guerra química, que podrían eclipsar a los mismos horrores del Apocalipsis. Luciferi vires accendit Aquarius acres. ¿Quién podría asegurar en serio que san Juan no ha previsto exactamente al menos las posibilidades que se ciernen amenazadoras sobre nuestro mundo en los últimos tiempos del eón de los peces? San Juan sabe también que en el pleroma divino existe eternamente el fuego, que atormenta al diablo. Dios tiene un doble aspecto terrible: el mar de la gracia choca contra un ardiente lago de fuego y la luz del amor ilumina un oscuro ardor, del que se dice: Ardet non lucet. Éste es el evangelio eterno (en contraposición al evangelio temporal): Dios puede ser amado y debe ser temido.

El Apocalipsis, que se encuentra con razón al final del Nuevo Testamento, le trasciende y apunta hacia un futuro cuyos horrores apocalípticos son inmediatamente palpables. La decisión de un cerebro herostrático en un momento de desatino puede bastar para provocar la catástrofe mundial. El hilo de que pende nuestro destino se ha hecho muy delgado. No es la naturaleza, sino “el genio de la humanidad” el que ha anudado en torno a su cuello el lazo fatal con el que puede ahorcarse en cualquier instante. Ésta es sólo una façon de parler distinta de la que emplea san Juan cuando habla de la “cólera de Dios”.

Desgraciadamente no tenemos medio alguno de saber cómo se habría enfrentado san Juan —en caso de que, como sospecho, el autor del Apocalipsis sea el mismo que el de las Epístolas— a este doble aspecto de Dios. Es totalmente posible, más aún, probable, que san Juan no percibiese la existencia de ninguna contradicción. Es asombroso lo poco que los hombres se enfrentan a los objetos numinosos y lo difícil que resulta este enfrentamiento cuando uno se decide a realizarlo. La numinosidad del objeto dificulta su tratamiento intelectual, pues la afectividad entra siempre también en juego. Se está a la vez en favor y en contra; en este punto la “objetividad absoluta” es más difícil de alcanzar que en cualquier otro. Si uno tiene convicciones religiosas, es decir, si “cree”, siente que la duda es algo muy desagradable y tiene miedo de ella. Por esta causa prefiere no analizar el objeto de su fe. Si uno no tiene ideas religiosas, le resulta desagradable confesarse a sí mismo el sentimiento de esta falta, y hace claro alarde de su “ilustración” o da a entender al menos la noble sinceridad de su agnosticismo. Desde este punto de vista es difícil conceder la numinosidad del objeto religioso, y uno no deja que la numinosidad impida su pensamiento crítico, ya que podría presentarse la ingrata posibilidad de que la propia fe en la “ilustración” o el agnosticismo fuesen quebrantados.

Ambas partes sienten, sin saberlo, la insuficiencia de sus argumentos. Los “ilustrados” operan con un inadecuado concepto racionalista de la verdad, y dicen, por ejemplo, que afirmaciones tales como el nacimiento de una virgen, la filiación divina, la resurrección de los muertos, la transustanciación, etcétera, son absurdos. Los agnósticos afirman no poseer ningún conocimiento de Dios ni ningún otro conocimiento metafísico, y no ven que no se poseen las convicciones metafísicas, sino que se es poseído por ellas. Unos y otros están dominados por la “razón”, a la que se le atribuye el papel de indiscutible árbitro supremo. Pero ¿quién es la “razón”? ¿Por qué esta supremacía de la razón? ¿Es que acaso aquello que es no representa una instancia superior al juicio de la razón, como nos muestran muchos ejemplos de la historia del espíritu? Por desgracia, también los defensores de la “fe” operan con los mismos fútiles argumentos, sólo que en dirección inversa. Pero lo indudable es que existen aseveraciones metafísicas que son afirmadas y negadas afectivamente justo por razón de su numinosidad. Este hecho es el seguro fundamento empírico del que hay que partir; es un hecho objetivamente real, lo mismo que un fenómeno psíquico.

Naturalmente aquí están incluidas todas las afirmaciones —también las contradictorias entre sí— que han sido alguna vez numinosas o que lo siguen siendo. Pues es necesario tener en cuenta el conjunto de todas las afirmaciones religiosas.

Carl Gustav Jung, “Respuesta a Job”. Fondo de Cultura Económica, México, 2018
1 No sin razón, Cristo dio al apóstol San Juan el sobrenombre de “hijo del trueno”.

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CREAR SILENCIO

Para establecer una relación con lo infinito. Kierkegaard y la cura para la enfermedad moderna.

Sören Kierkegaard fue uno de los grandes filósofos del siglo XIX, considerado por muchos el primer existencialista. Pese a su temprana muerte, fue sumamente prolífico y penetrante en un gran número de temas, desde la psicología hasta la libertad, la ética, la fe y la teología (y merece notarse que escribió en un rico diálogo entre diferentes seudónimos, siendo no sólo un gran filósofo sino un gran escritor). El filósofo danés escribió que la “ciencia y la academia enseñan el camino de la objetividad”, pero la religión enseña el sendero de la subjetividad, de ser un sujeto que tiene una relación personal con lo infinito y sólo este camino de introspección, paciencia y recogimiento alcanza a revelar el mundo del espíritu. La importancia del silencio en Kierkegaard no puede sobrestimarse, desde haber escrito uno de sus textos más importantes bajo el seudónimo Johannes de Silentio, hasta una constante alusión y retorno al silencio y a la esperanza, en la obediencia (palabra que significa “escuchar” obaudire). Una de las frases que más se citan de Kierkegaard es la siguiente:

El estado actual del mundo y de la vida en general es uno de enfermedad. Si yo fuera un doctor y me pidieran mi opinión, les diría “Creen silencio”.

El remedio hace casi 200 años era crear silencio, para poder escuchar lo esencial y entraren relación con lo infinito. Hoy parece aún más urgente crear silencio, pues no sólo hay más ruido en todas partes debido al crecimiento industrial y al mandamiento económico de siempre estar produciendo más, sino también hay menos disposición a esa relación con el espíritu o con lo infinito. Doble ruido: el tecnológico y el ideológico; no sólo las constantes irrupciones de las máquinas, sino también el ruido de lo insignificante, el barullo de lo intrascendente y distractivo, del constante entretenimiento y la banalidad, lo que Kierkegaard llamabas nakke. El poeta sufí Rumi dice lo mismo de esta forma: “Tal vez estés buscando en las ramas aquello que sólo se puede encontrar en las raíces”. Tal vez la distracción, el entretenimiento y el dedicarnos a conseguir el éxito mundano sea un andar por las ramas, un detour que hace que nunca lleguemos al centro. Carl Jung escribió: “La pregunta decisiva para el hombre es si está relacionado con algo infinito o no”.

Ciertamente no podremos estar relacionándonos con algo infinito si no creamos silencio. Y si no nos relacionamos con algo infinito, nuestra vida será nimia, inane, fútil y hasta puede decirse que una absurda pérdida de tiempo (de tiempo que no es dinero, de tiempo que es kairos, el momento oportuno para el descubrimiento).

Kierkegaard escribió en un texto que puede traducirse como Dos edades: “sólo la persona que puede permanecer esencialmente en silencio puede hablar esencialmente, puede actuar esencialmente. El silencio es interioridad… La orientación del silencio hacia el interior es la condición para una conversación cultivada”. Sólo desde la quietud interior nos podemos relacionar plena y significativamente con el mundo exterior y establecer una relación personal íntima.

El restante del diagnóstico del “Doctor Kierkegaard” es: “[…] Creen silencio. Lleven a los seres humanos al silencio. La palabra de Dios no puede escucharse en el ruidoso mundo contemporáneo”. Unas décadas después, Nietzsche escribiría que Dios había muerto. Pero quizás simplemente había sido ahogado por un ruido cada vez más oneroso y ubicuo.

Arnold Kone resume de buena manera el pensamiento de Kierkegaard en relación al silencio:

“Kierkegaard le está diciendo a todos los seres humanos: deja de escuchar todas las voces de este mundo finito, escucha el silencio en todo su temor y temblor, y la voz vendrá. Y con ella, la fuerza y la valentía para ‘obedecer’ las exigencias íntimas e individuales de la visión personal del Bien.

”Para concluir quiero citar a otro “Doctor” cristiano del silencio (aunque no doctor de la Iglesia), a Meister Eckhart: “En medio del silencio una palabra oculta me fue dicha. ¿Dónde está el silencio y dónde ese lugar en el que la palabra fue dicha? Está en lo más puro que el alma puede hacer, en su parte más noble, en el fondo, más aún, en la esencia misma del alma”. Es allí, dice Eckhart, donde la Palabra está naciendo eternamente, el Logos, la luz del amor divino. ¿Pero quién tiene oídos para escucharla

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LA BELLEZA COMO VERDAD

En la estética de Hegel es central el «concepto». Hegel idealiza lo bello, y le otorga el esplendor de la verdad. La belleza es el concepto que se manifiesta en lo sensible, o la «idea como realidad configurada en concordancia con su concepto»[101]. El «concepto» hegeliano no es nada abstracto. Es la forma viviente y vivificante que configura a fondo la realidad, interviniendo a través de ella y aprehendiéndola. El concepto unifica sus partes en una totalidad viviente y orgánica. La totalidad que el concepto configura lo comprende todo en sí. En el concepto, todo está comprendido dentro en su quintaesencia. Lo bello es esta recopilación, esta congregación en lo uno que es capaz de «revocar mil particularidades desde su dispersión para concentrarlas en una expresión y en una figura»[102]. El concepto es congregante, transmisor y reconciliador. Así es como «no tiene nada que ver con un amontonamiento»[103]. Ningún «amontonamiento» es hermoso. El concepto se ocupa de que el conjunto no se desintegre ni se disipe en un «amontonamiento».

Una crítica frecuente a la idea hegeliana del todo, que procede sobre todo de las filas posmodernas, dice que el todo, siendo una totalidad, domina las partes individuales reprimiendo su pluralidad y heterogeneidad. Pero esta crítica no hace justicia a la idea hegeliana de la totalidad ni del concepto. La totalidad hegeliana noes una configuración de dominio, no es una totalidad que someta a sí las partes y las subyugue. Más bien, esa totalidad es lo único que abre a las partes su margen de movimiento y de acción, haciendo con ello posible por vez primera la libertad: «El todo es […] el uno que, en sí, conserva vinculadas las partes en su libertad»[104]. La totalidad es una figura de mediación y reconciliación, una unidad armónica, un «equilibrio en reposo de todas las partes»[105]. Es reconciliadora. …

La verdad es reconciliación. La verdad es libertad.

El concepto engendra una totalidad armónica. Es bella la sintonización conjunta y sin coerción delas partes en una totalidad…

… Lo bello es algo que hay delante y en lo cual desaparece toda forma de dependencia y coerción… El objeto bello «ni lo urgimos ni lo forzamos».

En presencia de lo bello como «el concepto y la finalidad plenamente realizados», el sujeto mismo renuncia por completo a su interés por él. Sus «ansias» se retiran. El sujeto no trata de instrumentalizarlo para sí. «Suprime» «sus objetivos en relación con el objeto, y lo contempla como si fuera autónomo en sí mismo, como fin en sí mismo». Dejar ser, es más, el desasimiento sereno, sería su postura hacia lo bello. Lo bello es lo único que enseña a demorarse desinteresadamente en algo…

En presencia de lo bello también desaparece la separación entre sujeto y objeto, entre yo y objeto. El sujeto se sume contemplativamente en el objeto y se unifica y reconcilia con él.

La estética hegeliana de lo bello es una estética de la verdad y de la libertad, que sustrae a lo bello de todo consumo. Ni la «verdad» ni el «concepto» se dejan consumir. Lo bello es una finalidad en sí mismo. Su esplendor lo muestra a él mismo, a su necesidad interna. No se somete a ninguna finalidad, a ningún contexto de uso que sea externo a él, pues existe por mor de sí mismo. Reposa en sí. Para Hegel, ningún objeto de uso, ningún objeto de consumo, ninguna mercancía serían bellos. Les falta esa independencia interior, esa libertad que constituye lo bello. El consumo y la belleza se excluyen mutuamente. Lo bello no hace propaganda de sí. No seduce ni para el disfrute ni para la posesión. Más bien, invita a demorarse contemplativamente. Hace que desaparezcan tanto las ansias como los intereses. Así es como el arte no se lleva bien con el capitalismo, que todo lo somete al consumo y a la especulación. La verdad es la contrafigura del «amontonamiento». No hay ningún montón de verdad. …

La verdad baja la entropía, concretamente el nivel de ruido. Sin verdad, sin concepto, la realidad se desintegra en un amontonamiento ruidoso. … De un montón de datos, como Big Data, se pueden extraer informaciones útiles, pero no generan conocimiento ni verdad. Ese «final de la teoría» que Chris Anderson proclamó, donde la teoría es completamente reemplazada por datos, significa el final de la verdad, el final de la narración, el final del espíritu. Los datos son meramente aditivos. La adición se opone a la narración. A la verdad le es inherente una verticalidad. Los datos y las informaciones, por el contrario, habitan lo horizontal.

Lo bello promete libertad y reconciliación. En presencia de lo bello desaparecen los anhelos y los imperativos. Así es como hace posible una relación libre con el mundo y consigo mismo. Byung-Chul Han, “La Salvación de lo Bello” (Editorial Herder, 2015)

Citas:
[101]G. W. F. Hegel,Vorlesungen über die Ästhetik1, op. cit., p. 157.
[102]Ibíd., p. 201.

[103]G. W. F. Hegel,Grundlinien der Philosophie des Rechts, enWerke in zwanzig Bänden, vol. 7, p. 439.
[104]Íd.,Enzyklopädie der philosophischen Wissenschaften II, enWerke in zwanzig Bänden, vol. 9, p. 368

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EL HACEDOR DE ALMAS

La inspiración es responsable de todas las nuevas ideas e ideales que se desarrollan en nuestro mundo moderno. La era de la inspiración no ha pasado, está presente aquí y ahora. Dios habla todavía a los hombres, porque nuestro mundo aún proporciona los medios adecuados para el desarrollo, en el corazón humano, de esas cualidades características del Cristo, del alma, el Hijo de Dios encarnado, morando en este valle de lágrimas, o como se lo llamó, “este valle hacedor-de-alma”. El Dr. Bosanquet trata esto de manera iluminadora:

“… digo ‘hacedor-de-Alma’, Alma como distinguida de una Inteligencia. Puede haber inteligencias o chispas de la divinidad por millones, pero no son Almas hasta que adquieren identidades, hasta que cada una es personalmente ella misma. Inteligencias son átomos de percepción —saben y ven y son puras; en resumen, son Dios. ¿Cómo, entonces, han de hacerse las almas? ¿Cómo, entonces, estas chispas que son Dios han de tener identidad otorgada —para que incluso posean una bienaventuranza peculiar a cada una por existencia individual? Cómo sino por medio de un mundo. …

“Esto es efectuado por tres espléndidos materiales actuando de ese modo uno sobre el otro durante una serie de años. Estos tres materiales son la Inteligencia, el corazón humano (como distinguido de inteligencia o mente) y el Mundo o espacio elemental adecuado para la acción propia de Mente y Corazón entre sí con el propósito de formar el Alma o Inteligencia destinada a poseer el sentido de Identidad. …

“Para que usted pueda juzgar con más claridad lo expondré de la manera más sencilla posible. Llamaré al mundo una Escuela instituida con el propósito de enseñar a niños pequeños a leer; llamaré al corazón humano el abecedario leído en esa escuela, y llamaré al Niño, capaz de leer, el Alma hecha desde esa escuela y su abecedario. ¿No ve usted cuán necesario es un mundo de dolores y problemas para educar una Inteligencia y hacerla un Alma?”[1]

Alice Ann Bailey, “De Belén al Calvario” (edición en revisión en español), pp. 477-478 del libro COMPLETO en inglés eds.

[1]     The Value and Destiny of the Individual, p. 64.

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INCLUSIVIDAD Y EL REINO DE DIOS

“Sólo lo que es bueno para todos…”

A medida que captamos la significación del reino de Dios, empezamos a comprender lo que significa la Iglesia de Cristo y el significado de esa “nube de testigos” [1] que nos rodea tan constantemente. El reino de Dios no es alguna iglesia particular con sus propias doctrinas peculiares, sus particulares formulaciones de la verdad, su especializado método de gobierno en la tierra y de acercamiento a Dios. La verdadera Iglesia es el reino de Dios en la Tierra, divorciado de todo gobierno clerical y compuesto por todos quienes, independientemente de raza o creencia, viven guiados por la luz interna, descubrieron el hecho del Cristo místico en sus corazones y se preparan para hollar el Camino de Iniciación. …

El reino no está compuesto por personas de mentalidad teológicamente ortodoxa. Su ciudadanía es más amplia que eso, e incluye a todo ser humano que esté pensando en términos más amplios que lo individual, loortodoxo,lo nacional y lo racial. Los miembros del reino venidero pensarán en términos de humanidad como un todo; y mientras sean separativos o nacionalistas, o religiosamente intolerantes, o comercialmente egoístas, no tendrán lugar alguno en ese reino. Se dará a la palabra espiritual una connotación más amplia de la que se ha dado en la vieja era que afortunadamente ahora está pasando. Todas las formas de vida serán contempladas desde el ángulo de fenómenos espirituales y ya no contemplaremos una actividad como espiritual y otra no. La cuestión de motivo, propósito y utilidad grupal determinarán la naturaleza espiritual de una actividad. Trabajar para el todo, estar ocupado ayudando al grupo, ser consciente de Una Vida pulsando a través de todas las formas, y trabajar en la conciencia de que todos los hombres son hermanos —estas son las cualidades iniciales que debe mostrar un ciudadano del reino. La familia humana es individualmente auto-consciente y esta etapa de la conciencia separativa ha sido una etapa necesaria y útil, pero ahora ha llegado el momento en que nos percatemos de contactos mayores, de implicaciones más amplias y de una inclusividad más general. Un escritor señala a este respecto que:

“… no podemos permitir que nuestro prójimo, sea nación o individuo, se encamine a la destrucción sin que nosotros mismos en última instancia compartamos su sufrimiento y desgracia. Todas las personas están orgánicamente relacionadas. La humanidad sólo puede progresar si todas las naciones progresan. Ninguna nación puede sobresalir egoístamente y dejar que las otras perezcan… Tenemos que comprender el hecho científico de la solidaridad del género humano. Debemos reconocer que la prosperidad, el bienestar, la salud y la felicidad de cada uno de nosotros pueden asegurarse únicamente si cada uno actúa de manera que otra gente, nuestros semejantes, tengan la misma paz, la misma felicidad, las mismas ventajas económicas y las mismas oportunidades educativas que nosotros mismos disfrutamos.” [2]

¿Cómo se materializará en la tierra esta condición del reino de Dios? Por el gradual y constante aumento del número de quienes son ciudadanos de ese reino viviendo sus vidas en la tierra y demostrando las cualidades y la conciencia que es característica de tales ciudadanos; por hombres y mujeres en todas partes cultivando la conciencia más amplia y volviéndose cada vez más inclusivos.

El reino de Dios no está divorciado del vivir diario práctico en el nivel de asuntos cotidianos. El ciudadano del reino es consciente-del-mundo y consciente-de-Dios. Sus líneas de contacto están claramente delineadas en ambas direcciones: no se interesa en sí mismo, sino en Dios y sus semejantes, y su deber para con Dios es elaborado a través del amor que siente y muestra hacia quienes lo rodean. Él no conoce barreras ni reconoce divisiones; está viviendo —como alma— en todo aspecto de su naturaleza, a través de su mente y sus emociones y en el plano físico de la vida. Trabaja a través de amor y en amor y debido al amor a Dios.

Alice Ann Bailey, “De Belén al Calvario” (edición en revisión en español), pp. 486-490 del libro COMPLETO en inglés eds. 1937

[1]     Heb. 12:1.
[2]     Modern Trends in World Religions, por A. E. Haydon, pp. 57-58.

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DESTERRADO

Millares de veces se ha formulado la misma pregunta: ¿qué es el hombre? Esta pregunta tiene el peligro de envolvernos en una interminable filosofía especulativa. Habría otra pregunta más concreta: ¿en qué consiste, qué o cómo se experimenta al sentirse hombre?

La respuesta exacta sería ésta: como un desterrado.

Un delfín, una serpiente o un cóndor se sienten en «armonía» con la naturaleza toda mediante un conjunto de energías instintivas afines a la Vida. Los animales viven gozosamente sumergidos «en» la naturaleza como en un hogar, en una profunda «unidad» vital con los demás seres. Se sienten plenamente realizados —aunque no tengan conciencia de ello—, nunca experimentan la insatisfacción. No saben de frustración ni de aburrimiento.

El hombre «es», experimentalmente, conciencia de sí mismo.

Al tomar conciencia de sí mismo, el hombre comenzó a sentirse solitario, como expulsado de la familia, que era aquella unidad original con la Vida. Aun cuando forma parte de la creación, el hombre está de hecho aparte. Comparte la creación junto a los demás seres —pero no con ellos—, como si la creación fuese un hogar, pero al mismo tiempo se siente fuera del hogar. Desterrado y solitario.

Y no solamente se siente fuera de la creación, sino también por encima de la misma; se siente superior —y por consiguiente, en cierto sentido, enemigo— de ¡as creaturas, porque las domina y las utiliza. Se siente señor, pero es un señor desterrado, sin hogar ni patria. Al tener conciencia de sí mismo, el hombre toma en cuenta y mide sus propias limitaciones, sus impotencias y posibilidades. Esta conciencia de su limitación perturba su paz interior, aquella gozosa armonía en la que viven los otros seres que están más abajo en la escala vital. Al comparar las posibilidades con las impotencias, el hombre comienza a sentirse angustiado. La angustia lo sume en la frustración. La frustración lo lanza a un eterno caminar a la conquista de nuevas rutas y nuevas fronteras.

La razón, dice Fromm, es para el hombre al mismo tiempo su bendición y su maldición.

En el terreno moral y espiritual, el hombre se siente más impotente que en cualquier otro campo. Debido a esa sensación de soledad y destierro, ha nacido y crecido en el hombre el egoísmo, como un árbol frondoso de mil gruesas ramas que son sus innumerables armas defensivas. El egoísmo ha transformado al hombre en un ser infinitamente más solitario y triste.

Una red variadísima y tremendamente compleja de elementos bioquímicos y endocrinos condiciona —a veces hasta casi anular su libertad— la espontaneidad del hombre, de tal manera que muchas veces «hace lo que no quiere», y lo que quisiera hacer no puede hacerlo (Rom 7,14-25). Es, pues, además un encarcelado.

El egoísmo —mejor, el egocentrismo— es en su origen un arma defensiva. Hace que el hombre se transforme en un castillo solitario, premunido de murallas, torres y almenas defensivas. De la defensiva salta rápidamente a la ofensiva, a la conquista y a la dominación.

El destino definitivo del hombre en el devenir de la transhistoria es derrotar el egoísmo; mejor, liberar sus grandes energías encadenadas hoy a sí mismo, y proyectarlas al servicio de todos en bondad y amor.

Extraído de “El Silencio de María”, por Ignacio Larrañaga. Ed. Paulinas

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