Una de las más inadecuadas definiciones dadas sobre el esoterismo es la que concierne a lo que está oculto y velado, pero aunque se lo presiente, se desconoce. Con ello se quiere insinuar que ser esoterista es estar entre quienes tratan de penetrar en cierto reino secreto al cual no se permite entrar al estudiante común. Si esto fuera todo, entonces el desarrollo de cada científico y místico representaría el acercamiento de tipo mental y de tipo emocional al mundo del esoterismo y de las realidades ocultas, lo cual no sería exacto. El místico jamás es un verdadero esoterista, porque no se ocupa conscientemente de fuerzas ni de energías sino de algo indefinido llamado Dios, Cristo, Bienamado, y que es por lo tanto aquello que satisface el ansia de su alma. El científico que actualmente estudia y penetra con tanta rapidez en el mundo de las fuerzas y las energías es en realidad un verdadero esoterista, aunque en su esfuerzo por controlar las energías que busca, niega su fuente de origen. Esto no tiene importancia porque más adelante reconocerá la fuente de donde emanan.
El acercamiento fundamental de quienes tratan de captar el esoterismo o enseñarlo a los estudiantes consiste en hacer hincapié en el mundo de las energías y reconocer que detrás de todo lo que acontece en el mundo de los fenómenos (quiero significar los tres mundos de la evolución humana) existe el mundo de las energías, las cuales son de la mayor diversidad y complejidad, pero todas se mueven y actúan bajo la ley de Causa y Efecto. Es innecesario señalar la naturaleza práctica de esta definición, como también indicar como puede ser aplicada a la vida del aspirante, a la de la comunidad y a la de los asuntos mundiales, o su aplicación en los condicionantes niveles inmediatos de las energías espirituales experimentales que constantemente tratan de hacer impacto o contacto con el mundo de los fenómenos. Esto lo hacen bajo la dirección espiritual, a fin de implementar el Plan. Lo afirmado anteriormente es de vital importancia; las demás afirmaciones están implícitas en ello, y es la primera verdad importante que sobre el esoterismo debe conocer y aplicar cada aspirante a los misterios y a la universalidad de lo que mueve los mundos y fundamenta el proceso evolutivo. La primera tarea del esoterista consiste en captar la naturaleza de las energías que tratan de condicionarlo y que se expresan en el plano físico a través de su equipo o vehículo de manifestación. Por consiguiente, el estudiante esoterista debe comprender que:
1. Es un conjunto de fuerzas heredadas y condicionadas por lo que ha sido, además de una gran fuerza opositora que no es un principio y que llamamos cuerpo físico.
2. Es sensible a ciertas energías que aunque hoy desconoce y no puede utilizar, debería ser cada vez más consciente de ellas si quiere penetrar con más profundidad en el mundo de las fuerzas ocultas. Tales energías podrían ser malignas para él si trabajara con ellas y, por lo tanto, debe saber diferenciarlas y descartarlas; hay otras energías que deberá aprender a emplear porque son benéficas y aumentarán su conocimiento, por lo tanto debe considerárselas como buenas. Tengan en cuenta que las energías en sí no son buenas ni malas. La Gran Logia Blanca, nuestra Jerarquía espiritual, y la Logia Negra emplean las mismas energías universales, pero con diferentes móviles y objetivos; ambos grupos están formados por esoteristas entrenados.
Por lo tanto el esoterista en entrenamiento debe:
1. Llegar a ser consciente de la naturaleza de las fuerzas que constituyen el equipo de su personalidad y que él mismo ha manifestado magnéticamente en los tres mundos, las cuales forman una combinación de fuerzas activas. Aprender a diferenciar entre la energía estrictamente física, que responde automáticamente a energías internas y a otras, y las que vienen de los niveles emocionales y mentales de la conciencia, las cuales se enfocan a través del cuerpo etérico; este moviliza y energetiza a su vez a su vehículo físico para ciertas actividades.
2. Llegar a ser sensible a las energías impulsoras del alma, que emanan de los niveles mentales superiores, las cuales tratan de controlar las fuerzas del triple hombre cuando ha alcanzado cierto grado definido de evolución.
3. Reconocer las energías que condicionan su medio ambiente, viéndolas no como hechos o circunstancias sino como energías en acción; por ese medio aprende a abrirse camino detrás de la escena de los acontecimientos externos y llega al mundo de las energías, tratando de hacer contacto y capacitarse para llevar a cabo ciertas actividades. Así penetra en el mundo de los significados. Los hechos y circunstancias, los acontecimientos y fenómenos físicos de todo tipo, son simplemente símbolos de lo que ocurre en los mundos internos, mundos que debe penetrar el esoterista hasta donde se lo permita su percepción; por lo tanto descubrirá secuencialmente mundos que le exigirán su penetración científica.
4. Para la mayoría de los aspirantes la Jerarquía misma es un reino esotérico que demanda ser descubierto y aceptará ser penetrado. Elijo mis palabras cuidadosamente a fin de evocar su respuesta esotérica.
… reconocer entre la energía y la fuerza, saber discriminar entre los diversos tipos de energía, tanto respecto a ellos mismos como a los asuntos mundiales, y comenzar a relacionar lo que se ve y experimenta con lo invisible, lo que condiciona y lo que determina. Esta es la tarea del esoterista.
… Las iglesias y los hombres deben aprender que nada existe en el mundo de los fenómenos, de las fuerzas y de las energías que no pueda ser controlado por lo espiritual. Todo lo que existe es, en realidad, espíritu en manifestación. Los pueblos están adquiriendo mentalidad política y esto los Maestros lo ven como un gran paso hacia adelante. Un gran progreso se habrá obtenido cuando las personas espiritualmente orientadas incluyan esta zona relativamente nueva del pensamiento humano y su actividad internacional dentro del campo de su investigación esotérica.
… El esoterismo no es, de ningún modo, de naturaleza mística e indefinida. Es una ciencia —esencialmente la ciencia del alma de todas las cosas— y tiene su terminología, experimentos, deducciones y leyes propias. Cuando digo alma me refiero a la conciencia animadora que se halla en la naturaleza toda y en los niveles que están fuera de la zona que generalmente llamamos naturaleza. Los estudiantes suelen olvidar que todo nivel de conciencia, desde el superior al inferior, es un aspecto del plano físico cósmico y en consecuencia —desde el punto de vista del proceso evolutivo— es de naturaleza material y —desde el punto de vista de determinados Observadores divinos— es absolutamente tangible y está formado de sustancia creadora. El esoterista trabaja todo el tiempo con sustancia; tiene que ver con esa sustancia viviente y vibrante de que están hechos los mundos y que —heredada de un sistema solar anterior— está matizada por los hechos pasados y, como se ha dicho, “ya teñida por el karma”. También debe observarse que así como el plano físico, tan familiar para nosotros, no es considerado por el estudiante esoterista como un principio, análogamente tampoco el plano físico cósmico (desde el punto de vista de las vidas cósmicas) es un principio. He aquí mucho material para reflexionar.
Podría afirmarse que el esoterista se ocupa de descubrir y trabajar con esos principios que energetizan cada nivel del plano físico cósmico, y que en realidad son aspectos de la energía vital cualificada que actúa dentro de la sustancia sin principio y a través de ella. La tarea del estudiante consiste en no prestar atención a la sustancia forma de la existencia y llegar a ser consciente de lo que fue la fuente de producción de la forma en cualquier nivel específico. Su tarea radica en desarrollar en sí mismo la necesaria sensibilidad y respuesta a la cualidad de la vida que predomina en cada forma, hasta que llega, con el tiempo, a obtener la cualidad de la vida una que anima al planeta dentro de Cuya actividad vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
Para lograr esto debe, antes que nada, descubrir la naturaleza de sus propias energías cualificadas (aquí tiene cabida la naturaleza de los rayos regentes), las cuales se expresan por medio de sus vehículos inferiores de manifestación y después por medio de su personalidad integrada. Después de lograda una parte de este conocimiento y de orientarse hacia el aspecto de la vida cualificada, el estudiante empieza a desarrollar el mecanismo interno y sutil mediante el cual puede establecer contacto con aspectos más generales y universales. Aprende así a diferenciar entre la cualidad o las predisposiciones kármicas de la sustancia sin principio de la que está hecha su forma y todas las formas, y los principios cualificados que tratan de expresarse por medio de esas formas e, incidentalmente, redimirlas, salvarlas y purificarlas a fin de que la sustancia del próximo sistema solar sea de un orden superior a la del actual y pueda en consecuencia responder mejor al aspecto voluntad del Logos.
… El estudio esotérico, unido a una forma de vivir esotérica revela a su debido tiempo el mundo de significados y conduce oportunamente al mundo de significaciones. El esoterista procura descubrir la razón del porqué; lucha con el problema de los hechos, acontecimientos, crisis y circunstancias a fin de lograr el significado que estos puedan tener para él; cuando descubre el significado de cualquier problema específico lo utiliza como estímulo para penetrar más profundamente en el mundo de significados que le fue recientemente revelado; entonces aprende a incorporar sus pequeños problemas personales al Todo mayor, perdiendo así de vista al yo inferior y descubriendo al yo superior. El verdadero punto de vista esotérico es siempre el del Todo mayor. El estudiante ve el mundo de significados como una red intrincada y extendida sobre todas las actividades y los aspectos del mundo fenoménico. La trama etérica es el símbolo y el diseño de esta red, que se encuentra entre los centros situados a lo largo de la columna vertebral del individuo, su analogía microcósmica, como si fuera una serie de puertas de entrada al mundo más amplio de significados. Esto en realidad concierne a la verdadera Ciencia de los Centros, a la cual me he referido con frecuencia. Son modos de entrar conscientemente (cuando se desarrollan y funcionan) en un mundo de realidades subjetivas y en ciertas fases hasta ahora desconocidas de la conciencia divina.
Sin embargo, el esoterismo no se preocupa de los centros como tales, puesto que no es un esfuerzo para despertar científicamente los centros, como creen muchos estudiantes. El esoterismo, en realidad, es el entrenamiento para obtener la capacidad de actuar libremente en el mundo de los significados; no se ocupa de ningún aspecto de la forma mecánica, sino totalmente del aspecto alma —el aspecto del Salvador, del Redentor y del Intérprete— y del principio mediador entre la vida y la sustancia. Este principio mediador es el alma del aspirante o discípulo individual (si se pueden emplear términos que inducen a engaño), y es también el “anima mundi” de la totalidad del mundo.
El esoterismo implica, por lo tanto, vivir una vida a tono con las realidades subjetivas internas, posible únicamente cuando el estudiante está inteligentemente polarizado y mentalmente enfocado, siendo de utilidad sólo cuando él puede moverse entre estas realidades internas con destreza y comprensión. El esoterismo implica además comprender la relación que existe entre las fuerzas y energías y el poder de utilizar la energía para reforzar y luego emplear en forma creadora las fuerzas con las cuales ha entrado en contacto, de allí su redención. El esoterismo usa las fuerzas del tercer aspecto (el de la sustancia inteligente) como receptoras de las energías de los dos aspectos superiores, y al hacerlo salva así a la sustancia. Es también el arte de “hacer descender a la tierra” esas energías que emanan de fuentes superiores, para “arraigarlas” o introducirlas. Un ejemplo ilustrativo lo tenemos en la actividad esotérica de un grupo mundial de estudiantes que dio por resultado la divulgación de la enseñanza sobre el Nuevo grupo de Servidores del Mundo10, introduciendo y fijando en la conciencia de la humanidad la realidad de la existencia y el trabajo de este grupo fundamentalmente subjetivo; así se enfocó el trabajo de este grupo y su actividad redentora se intensificó.
Toda verdadera actividad esotérica produce luz e iluminación; trae como resultado la intensificación y cualificación de la luz heredada de la sustancia mediante la luz superior del alma —en el caso de la humanidad que obra conscientemente. Por consiguiente, podemos definir el esoterismo y su actividad en términos de luz, pero me abstengo de hacerlo debido a la vaguedad y a la aplicación mística realizada hasta ahora por los esoteristas en décadas pasadas. Si los esoteristas aceptaran en su forma más simple el pronunciamiento de la ciencia moderna, que sustancia y luz son términos sinónimos, y reconocieran que la luz que pueden arrojar sobre la sustancia (o sea la aplicación de la energía a la fuerza) es también de naturaleza sustancial, podría ser encarado el tema en forma mucho más inteligente. El esoterista se ocupa de la luz en sus tres aspectos, pero actualmente es preferible que se ocupe de un acercamiento diferente hasta que —mediante desarrollos, ensayos y experimentos— conozca esas triples diferenciaciones en un sentido práctico y no sólo teórico y místico. Debemos pagar algunos de los errores del pasado.
He dado diferentes definiciones en otros libros, muchas de ellas sumamente sencillas, las cuales podrán tener hoy un significado pero más adelante llegarán a tener significaciones más abstrusas.
Desafiaría a todos los esoteristas a intentar hacer el acercamiento práctico que he delineado. Les pediría que vivan una vida redentora, desarrollen la sensibilidad mental innata y actúen continuamente de acuerdo al significado que hay detrás de los asuntos mundiales, nacionales, comunales e individuales. Si lo realizan, entonces la luz brillará repentina y crecientemente sobre su camino. Por lo tanto, podrán ser portadores de luz y saber que “en esa luz verán la Luz”, y también la verán sus semejantes.