- Septiembre de 1939
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La humanidad está pasando por una aguda crisis y su karma o destino es muy pesado. Por estar tan cerca de los eventos a la humanidad no le resulta fácil verlos en su verdadera perspectiva, y hoy escribo para que puedan ver con mayor claridad. Una visión más amplia y un horizonte más extenso puede que les ayuden a comprender, y puede que les sirva si se los puede ayudar a ver el cuadro como aparece a nosotros, los instructores en el lado interno, y también en relación con su trasfondo.
Dos puntos sobresalientes e importantes están presentes en la conciencia de la Jerarquía mientras observa al género humano librar la actual y estupenda lucha. Primero, la humanidad es hoy consciente en gran escala de que lo que acontece es completamente su propia obra y el resultado de sus propios errores. Los hombres se sienten responsables de lo que sucede, o cargan abierta y deliberadamente la responsabilidad sobre las espaldas de otros. De estos innumerables errores de larga data, el Tratado de Versalles es sólo el símbolo y el punto focal práctico.
El segundo hecho es que a pesar de la guerra y la separación, de la crueldad y de las pasiones y del egoísmo desenfrenado, hay no obstante, hoy, más verdadera comprensión, más buena voluntad y más expresión de amor que en cualquier época anterior en la historia de la raza. Digo esto deliberadamente y porque dispongo del conocimiento jerárquico. Por lo tanto, no se dejen engañar por el clamor externo de la guerra. Yo les digo que los corazones de los hombres en todas partes están llenos de compasión tanto para sí mismos como para otros hombres; el largo alcance y la vasta extensión del conflicto indica una [i106] unidad interna y una interrelación subjetiva de las cuales todos son algo conscientes y que el conflicto mismo no niega.
¿Son duras estas palabras? Trato de indicarles la verdad básica de ello si sólo reflexionan sobre lo que digo con una mente abierta.
La tarea de todos los aspirantes y de todos los hombres de buena voluntad en todas partes es procurar que este prolongado sufrimiento no mine las actuales actitudes correctas y esenciales y que el caos y el clamor no apaguen la respuesta a la voz del alma que ha estado hablando con creciente claridad durante los últimos catorce años. El estímulo establecido y la luz que se permitió infiltrar después del último cónclave jerárquico en 1925 han sido reales y efectivos. Esa reunión de los Maestros de Sabiduría en niveles espirituales condujo a tres resultados o acontecimientos, y hoy los estamos experimentando.
El primero fue una fresca afluencia del principio Cristo de [e93] amor espiritual o verdadero, que siempre está libre de emocionalismo e intención egoísta. Esta afluencia dio por resultado el inmediato y rápido crecimiento de todos los movimientos por la paz, comprensión mundial, buena voluntad, esfuerzo filantrópico y el despertar de las masas de hombres a las cuestiones de hermandad.
El segundo fue estimular el principio de relación y esto condujo al crecimiento y al perfeccionamiento de todas las fuentes de inter-comunicación, tales como la prensa, la radio y el viajar. El objetivo interno de todo esto fue llevar a los seres humanos a un mayor acercamiento en el plano externo de la existencia y así equiparar objetivamente el desarrollo de la unidad espiritual interna.
El tercero fue la afluencia de la fuerza de voluntad o poder desde el centro Shamballa. Esta, como previamente se explicó, es la fuerza más poderosa en el mundo hoy día, y sólo dos veces antes en la historia del género humano esta energía de Shamballa ha hecho su aparición y causado que su presencia se sintiera a través de los tremendos cambios que fueron ocasionados. Recapitulemos brevemente.
La primera vez fue durante la gran crisis humana que tuvo lugar en el momento de la individualización de los hombres en la antigua Lemuria.
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La segunda vez fue en el momento de la lucha entre los “Señores de la Luz y los Señores de la Expresión Material”, en los días atlantes.
Esta poco conocida energía divina afluye ahora desde Shamballa. Corporiza en sí misma la energía que reside detrás de la crisis mundial del momento. Es la Voluntad de Dios producir ciertos cambios raciales y de suma importancia en la conciencia de la raza que alterarán completamente la actitud del hombre hacia la vida y su captación de las esencialidades espirituales, esotéricas y subjetivas del vivir. Es esta fuerza la que ocasionará (en conjunción con la energía de amor) esa tremenda crisis —inminente en la conciencia humana— que nosotros llamamos la segunda crisis, la iniciación de la raza en el Misterio de las Edades, en lo que ha estado escondido desde el comienzo.
Esta energía de Shamballa ahora por primera vez está haciendo su impacto sobre la humanidad directamente y no es aminorada, como [i108] ha venido sucediendo hasta ahora, mediante la trasmisión vía la Jerarquía de Maestros. Este cambio de dirección constituyó un experimento algo peligroso ya que necesariamente estimuló las personalidades de hombres, particularmente aquellos cuyas personalidades estaban en la línea de voluntad o poder y en quienes el aspecto amor de la divinidad no se estaba expresando suficientemente; sin embargo, fue permitido porque se comprendió que no afectaría al hombre de la calle o a las masas, quienes permanecerían no responsivos, aunque podría estimular e intensificar grandemente al tipo de hombre mental y más potente.
Los efectos de esta amplia estimulación fueron todo lo que se había previsto y los así llamados “malos resultados” de la fuerza de Shamballa sobre las personalidades ambiciosas y poderosas en todos los países y todas las escuelas de pensamiento fueron, no obstante, contrarrestados en cierta medida por el crecimiento del sentido de relación en todas partes y por la diseminación de la energía Cristo que genera aunamiento, comprensión amorosa y buena voluntad.
Aquí muy bien podrían preguntar cómo esto puede ser así, cuando la humanidad está abrumada por una terrible guerra mundial en este momento. Les recordaría que la Jerarquía es guiada en sus conclusiones por la luz masiva y por las reacciones subjetivas internas a menudo inexpresadas de la multitud, y nunca por los acontecimientos en el plano físico. El destino de la vida de la forma y de las organizaciones externas, es considerado de poca importancia si se los compara con el desarrollo espiritual interno detectado. Este desarrollo debe necesariamente sobrepasar la manifestación externa. La humanidad hoy está espiritual y mentalmente más avanzada de lo que se puede evidenciar por los acontecimientos externos. El primer resultado de este desarrollo es finalmente la destrucción de la forma externa porque está resultando inadecuada [e95] para la vida palpitante, interna, espiritual; luego, en segundo lugar, viene la construcción de la nueva y más adecuada expresión externa. Esto explica la crisis mundial en este momento.
A esta altura quizás piensen que estoy siendo académico y que el estrés mundial en este momento es tal, que amor, simpatía y palabras amables se necesitan mucho más que retrospección histórica, erudita, e hipótesis sugeridas. Busco, sin embargo, fomentar en ustedes el espíritu de comprensión. Esta verdadera comprehensión necesita conocimiento de la cabeza además de reacción del corazón. Los discípulos del mundo hoy deben intentar ver por qué y con qué fin han ocurrido los terribles acontecimientos actuales. Se necesita una clara expresión y declaración de causas —libre de prejuicio emocional y énfasis partidista. Lo que hoy está aconteciendo no es el resultado de ocurrencias inmediatas. Cuando digo “inmediatas”, me refiero a todos los acontecimientos que han ocurrido dentro de la era cristiana. Quisiera que traten de considerar la crisis actual como siendo causada o iniciada por eventos de origen tan antiguo, que historiadores modernos, ortodoxos, no tienen registro alguno de ellos.
Sólo dos puntos de vista servirán verdaderamente para clarificar lo que está aconteciendo en este momento.
Ante todo, un reconocimiento de que la historia académica moderna constituye sólo una página en un vasto registro histórico y que los eventos iniciadores que estamos investigando y que se están elaborando como efectos en la vida planetaria en este momento, pertenecen a una era tan distante que ningún historiador moderno reconoce sus episodios. Información sobre este período antiguo debe buscarse en las muchas Escrituras mundiales, en antiguos monumentos, en la ciencia de símbolos, en los mitos raciales y en leyendas heredadas y trasmitidas.
En segundo lugar, se hallará que un estudio del microcosmos, el hombre, contiene como siempre la clave para el estudio de asuntos humanos como un todo. Así como los aspirantes y discípulos en este momento están siendo testeados y probados y sujetos a la elaboración de conflictos inexplicables y cambios drásticos en sus vidas, lo mismo sucede con el aspirante mundial, Humanidad.
A las dos razones que anteceden, podría agregar quizás aquello que tendrá significación y significado para esoteristas y para todos aquellos que de alguna manera captaron la enseñanza que traté de dar en mis libros sobre los tres centros mundiales —Humanidad, la Jerarquía y Shamballa.
Esta crisis mundial está relacionada con el acercamiento o la relación de la Jerarquía con la Humanidad. Ese gran centro espiritual de fuerza, el Reino Humano, ha alcanzado ahora un punto de tal potencia y de una actividad vibratoria tan alta, que está sacudido hasta sus mismas profundidades; todos sus grados y grupos evolutivos están respondiendo a la estimulación, generada dentro del centro mismo y además estimulada por Fuerzas emanando desde el centro jerárquico y desde Shamballa.
Esto precipita una crisis que no ha tenido ningún paralelo en la historia humana, pero que encuentra un débil reflejo en la crisis que sobrevino al reino animal y que resultó en la formación de un nuevo reino en la naturaleza —el humano. Como les he dicho anteriormente: esta crisis mundial actual, si se la encara correctamente y se la controla rectamente, resultará en la manifestación del quinto reino o espiritual sobre la Tierra.
Esto (como saben) será ocasionado por la a-una-ción de los dos centros —el centro humano y la Jerarquía. Una de las síntesis planetarias mayores está teniendo lugar o, quizás debería decir, puede tener lugar (estoy redactando esto con cuidado y llamaría vuestra atención sobre mi redacción).
Podría servir a un propósito útil si me extendiera un poco sobre las cuatro etapas de las causas primitivas, mencionadas más arriba. Al hacerlo, puedo darles una idea del propósito subyacente en todos los acontecimientos actuales y alguna comprensión de las condiciones predisponentes que se hallan muy atrás en la noche de los tiempos. Si puedo hacer esto adecuadamente y si ustedes pueden leer y estudiar con comprensión y una mente abierta, algo de vuestra natural perplejidad puede que desaparezca, y entonces puede que sean capaces de ayudar a otros a atravesar con calma esta crisis y preservar una actitud de paciencia, buena voluntad, equilibrio y compasión.
Por lo tanto, consideremos estos cuatro puntos:
- La Causa de la Crisis Actual
- Antiguos Eventos Kármicos
- La Era Moderna
- Preparación para Buena Voluntad Mundial
porque, al hacerlo, abarcaremos el campo suficientemente —creo— para traerles al menos alguna medida de luz. Luego trataré de explicar la significación de la Gran Invocación y darles una idea de la naturaleza de las Fuerzas invocadas y del significado esotérico que estas palabras (usadas tan frecuentemente por ustedes) están destinadas a trasmitir.
No se desalienten, hermanos míos. No están solos en esto sino que son parte de un vasto número, si esto les sirve de algún consuelo.
“Los hijos de los hombres son uno y yo soy uno con ellos. Trato de amar y no odiar: Trato de servir y no exigir servicio. Trato de curar y no herir.
“Que el dolor traiga la debida recompensa de luz y amor. Que el alma controle la forma externa, la vida y todos los acontecimientos, y traiga a la luz el amor que subyace en todo cuanto ocurre en esta época. Que vengan la visión y la percepción interna; que el porvenir quede revelado. Que la unión interna sea demostrada y cesen los clivajes externos. Que prevalezca el amor. Que todos los hombres amen.”
Extraído de La Exteriorización de la Jerarquía, Alice A. Bailey
LA CAUSA DE LA CRISIS ACTUAL
Ustedes saben bien que la gran Ley de Renacimiento es la ley principal y controladora en todos los procesos de manifestación. Gobierna la expresión exotérica de un Logos solar o de un ser humano, y el objeto de este proceso constantemente recurrente es traer una forma cada vez más perfecta para el expansivo servicio del alma. Por primera vez desde su comienzo, la familia humana está en una posición para notar por sí misma los procesos del renacimiento de una civilización como una expresión de cultura espiritual en un punto particular en evolución. De ahí la magnitud de esta crisis a medida que asume su lugar en la conciencia humana.
Muchas crisis menores, iniciando específicos experimentos tribales, nacionales y raciales en la renovación de la forma, han ocurrido y han sido registrados por algún grupo dentro de una nación o por una nación misma (si es suficientemente avanzada). Tal registro nacional tuvo lugar por primera vez en conexión con la Revolución Francesa. Tales registros de intento evolutivo han tenido lugar con creciente claridad y comprensión durante los últimos doscientos años. Tales crisis han tenido lugar en prácticamente cada nación en tiempos modernos y han sido reconocidas hasta cierto grado, y sobre ellas se han extendido los historiadores y los filósofos han especulado.
Pero la crisis hoy es mucho más vasta, abarcando como lo hace a la mayoría de las naciones en ambos hemisferios. Ninguna nación queda en este momento sin ser afectada y los resultados son y deben ser registrados en algún aspecto de la vida nacional.
Debido a la interrelación fáctica entre naciones en todas partes y a la rapidez de intercomunicación, la crisis presente es la primera crisis internacional mayor en los asuntos humanos y abarca un período de veintiocho años (desde 1914 hasta 1942). Estos son números interesantes, pues 28 es 4 x 7, que son los años de un ciclo completo de la personalidad. No deseo que por lo anterior infieran que el período de activo combate y conflicto deba necesariamente prolongarse hasta 1942. No es así. La pronta terminación del conflicto o su indefinida extensión, está en manos de la humanidad misma; los hombres deben determinar cada vez más su propio destino al surgir de la etapa de adolescencia a la de madurez, responsabilidad y logro. Este período de veintiocho años es, sin embargo, de principal importancia, y mucho depende de los próximos tres años.
Nuevamente les digo que aun la Jerarquía misma, con todo su conocimiento, visión y comprensión, y con todos sus recursos, no puede ejercer coerción ni puede predecir lo que hará el género humano. Puede estimular y estimula la recta acción; puede indicar e indica posibilidad y responsabilidad; puede enviar y envía sus instructores y discípulos para educar y conducir a la raza; pero en ningún punto ni en ninguna situación da órdenes o asume el control. Puede extraer y extrae el bien del mal, iluminando situaciones e indicando la solución de un problema, pero más allá de esto la Jerarquía no puede ir. Si asumiera control autoritario, se desarrollaría una raza de autómatas y no una raza de hombres responsables, autodirigidos y con aspiraciones. Esto debe ser seguramente evidente para ustedes y puede servir para responder la principal pregunta en las mentes de los irreflexivos estudiantes ocultistas de hoy: ¿Por qué no pudo la Jerarquía haber impedido esta catástrofe?
Indudablemente los Maestros de la Sabiduría con Su conocimiento y Su dominio de fuerzas podrían haber interferido, pero al hacerlo hubieran quebrantado una ley oculta y obstaculizado el verdadero desarrollo del género humano. Esto nunca lo harán. A cualquier precio, el hombre debe aprender a estar de pie y actuar solo. En vez de eso, habiendo hecho todo lo que se Les permitía, Ellos ahora permanecen al lado de la humanidad sufriente y desorientada y —con la más profunda compasión y amor— ayudarán a los hombres a corregir los errores que han iniciado, a aprender las lecciones necesarias y a superar esta crisis (que ellos mismos han precipitado) enriquecidos de esa manera, y purificados en los fuegos de la adversidad. Estas no son trivialidades sino verdades eternas.
Esta crisis mundial, con todo su horror y sufrimiento es —en el último análisis— el resultado de procesos evolutivos exitosos. Estamos dispuestos a reconocer que cuando ha trascurrido el [e99] ciclo de vida de un hombre y él ha aprendido las lecciones que la [i114] experiencia de cualquier vida particular tuvo como fin enseñarle, su cuerpo físico y los aspectos de la forma interna (suma total de la expresión de su personalidad), empezarán a deteriorarse; agentes destructores dentro de la forma misma devendrán activos y finalmente muerte tendrá lugar, dando por resultado la liberación de la vida que mora en lo interno a fin de que una nueva y mejor forma pueda ser construida. Esto forzosamente lo aceptamos ya sea ciega o inteligentemente, considerándolo como un proceso natural e ineludible, pero normal e inevitable. Sin embargo, somos propensos a olvidar que lo que atañe al individuo atañe a la humanidad. Ciclos de civilización como el que llamamos nuestra civilización moderna son análogos a una encarnación humana particular, individual, con su comienzo, su progreso y crecimiento, su madurez útil y su consiguiente deterioro y subsiguiente muerte o la desaparición de la forma.
Formas están siempre abiertas a ataque. Una fuerte vida subjetiva y un desapego espiritual son las dos salvaguardas. Donde la forma es más potente que la vida, peligro es inminente; donde apego al aspecto u organización material está presente, valores espirituales se pierden.
A cualquier precio, el hombre debe aprender a estar de pie y actuar solo.
Esta crisis mundial, con todo su horror y sufrimiento es —en el último análisis— el resultado de procesos evolutivos exitosos.
Extraído de: La Exteriorización de la Jerarquía, Alice A. Bailey – Septiembre de 1939
La Causa de la Crisis Actual (Continuación)
Hoy estamos observando la muerte de una civilización o ciclo de encarnación de la humanidad. En todos los campos de expresión humana se había establecido cristalización y deterioro. Dogmas religiosos caducos y el aferramiento de la teología y las iglesias ortodoxas, ya no eran suficientes para reclamar la lealtad de la potente vida espiritual, interna; la humanidad es profundamente espiritual e innatamente religiosa, pero hoy necesita una nueva forma con la cual revestir las antiguas verdades. Viejas escuelas políticas han sido juzgadas inadecuadas y nuevas ideologías testimonian la fortaleza de la vida que está buscando expresión más adecuada; los sistemas educativos, habiendo servido su propósito, deprisa están siendo reconocidos como inadecuados para satisfacer la necesidad de la exigente vida de la raza; en todas partes se clama por cambio y por esas nuevas formas en la vida religiosa, política, educativa y económica de la raza que permitirán expresión espiritual más libre y mejor. Tal cambio está llegando rápidamente y es considerado por algunos como muerte —terrible y a ser evitada si es posible. Efectivamente [i115] es muerte pero es benéfica y necesaria. Es esta conciencialización del deceso de una civilización lo que da lugar al recurrente y presagioso clamor: “Esto es la muerte de la civilización; no debe ser”; “Esto es el fin del orden, y el orden antiguo debe ser salvado”; “Esto es la destrucción de los valores antiguos y amados, y no debe permitirse”.
Que la humanidad está ocasionando este cambio necesario de maneras innecesarias, crueles y dolorosas, efectivamente es cierto, así como hoy es cierto que seres humanos, por su pensar erróneo, hábitos de vida física insensatos y actitudes emocionales indeseables, ciertamente precipitan un derrumbe físico final y por último muerte. Sin embargo, para el progreso del alma del individuo y del alma de la humanidad, muerte es inevitable, buena y necesaria; es además una práctica con la cual todos estamos muy familiarizados por nuestra propia experiencia y por observarla en otros. Pero tenemos que recordar que la peor muerte de todas (en lo que a la humanidad concierne) sería si una forma de civilización o una forma corporal deviniera estática y eterna; si el viejo orden nunca alterado y los viejos valores nunca fueran trasmutados en unos superiores y mejores, eso efectivamente sería un desastre.
Necesitamos tener presente además que las fuerzas de destrucción o muerte son duales: primero, la vida que surge y se desarrolla rápidamente con su demanda de más espacio para expresión y más plena experiencia, y su aspiración espiritual de cambio y progreso; y en segundo lugar, las fuerzas reaccionarias y las actitudes conservadoras que se adhieren a lo bien conocido y lo familiar, y que detestan lo nuevo, lo inexperimentado y lo desconocido. Ambas producen la gran y divina transición del pasado al futuro y de lo viejo a lo nuevo, de la experiencia a la fructificación y luego nuevamente a la experiencia. Las realidades son eternas e imperecederas; las formas son efímeras y temporarias; el alma es persistente e inmortal; la forma es mutable y está condenada a morir. Los procesos de evolución en el pasado han resultado exitosos haciendo nacer, madurar y morir formas, y lo serán en el futuro.
Pero (y este es el punto interesante y significativo) [i116] la humanidad por primera vez se percata del proceso.Por primera vez ha elegido inteligentemente observar lo que está sucediendo y relacionarlo con experiencia y entorno. Esto en sí indica una etapa de verdadero desarrollo y muy deseable.
Razonamiento, análisis y la presentación de puntos de vista que difieren están sucediendo en todos los países en una gran escala con diversos resultados, basados en diferencias de temperamento, de tradición, desarrollo y entrenamiento.
Esta etapa de muerte y de nacimiento (pues los dos están avanzando simultáneamente) puede ser fácilmente captada por el esoterista a medida que estudia la guerra mundial en sus dos períodos característicos: 1914 a 1918 y 1939 hasta 1942. La primera etapa (si sólo pudieran ver la situación tal como realmente es) fue muy definidamente la etapa de muerte; la segunda etapa, en la que nos encontramos ahora, es literalmente la etapa de nacimiento —los dolores de parto del nuevo orden y de la nueva civilización mediante los [e101] cuales el sentido de vida de la humanidad puede expresarse. La madre muere para que el niño pueda vivir; la forma es sacrificada a la vida. Pero hoy, el aspecto forma, la Madre o aspecto materia, está muriendo conscientemente, y así tan conscientemente el niño, la infantil civilización, está viniendo hoy a la existencia. Esto es lo nuevo, y en esto estamos participando todos. Es la muerte de la personalidad de la humanidad y la llegada del alma.
Una muerte así es siempre un proceso penoso. El dolor ha sido siempre el agente purificador, empleado por los Señores del Destino para ocasionar liberación. El acumulado dolor por la guerra actual y el heredado de la etapa anterior (comenzó en 1914) está produciendo una saludable y mutable conciencia mundial. El Señor del Dolor ha descendido de Su trono y hoy está hollando los caminos de la tierra, trayendo angustia, agonía y terror a quienes no pueden interpretar Sus fines, pero también trayendo un re-estímulo del instinto de autopreservación que —en su aspecto superior— es el instinto hacia la inmortalidad; tiende a enfocar la atención de la humanidad sobre el aspecto vida y no sobre la forma.
Los nombres de los Señores del Karma significan, simbólicamente y desde el ángulo de su significado interno, Relación, Esclarecimiento, Dolory Retorno. Reflexionen sobre esto. Todos Ellos están peculiarmente activos en este momento, y en su actividad reside la esperanza de la humanidad.
Extraído de: La Exteriorización de la Jerarquía, Alice A. Bailey – Septiembre de 1939